viernes, 29 de marzo de 2013

Charlas en Albarracín

Hemos pasado unos días de la Semana Santa en Albarracín, un pequeño pueblo de la provincia de Teruel. Además de constatar lo mal comunicada que está la zona con Madrid y no tener dudas de porqué en su día necesitaron la famosa campaña "Teruel existe", hemos tenido la oportunidad de pasar juntos, los cuatro, largas e intensas horas de convivencia como desde el verano no recordaba.

Ya somos, definitivamente, una familia de cuatro miembros, y, lenta que es una, no lo voy a negar, abro los ojos en estos días de vacaciones para darme cuenta de lo mucho que ha cambiado este  pequeño clan desde la llegada de Julio. El lechón anda cada día más celoso y con ganas de demostrar que es ya muy mayor, con una rebeldía constante, y al tiempo de volver con sus plumas al cascarón para evitarse regañinas y disfrutar de las carantoñas que parece que ahora están reservadas solo para Julio. Tiene momentos en los que le dejarías el día entero de cara a la pared, y otros en los que nos deja sin palabras con su madurez y su inteligencia.
Como anoche, mientras cenábamos en uno de esos restaurantes de pueblo de los de "ensalada de la casa y huevos fritos con longaniza". La conversación tuvo lugar como sigue:

Papá Ejemplar: Le podemos decir a mi madre que venga el sábado a quedarse con los niños y así salimos
Yo: Vale, buena idea
Lechón: ¡Claro! como la abuela no tiene novio jajaja, porque el abuelo Pepe ya se murió... pues puede venir a quedarse con nosotros 
Papá ejemplar y yo nos quedamos sin palabras, y cruzamos una mirada horrorizada ante la nula empatía/sensibilidad del mayorcito
Yo: Manuel, no se habla así del abuelo Pepe, porque a papi le pone triste
Lechón: ¿y por qué?
P.E: porque era mi papá y yo le echo de menos...
Manuel no muestra interés por la argumentación de su padre, así que éste decide sacar la artillería
P.E: A ver Manuel, ¿tú no te pondrías triste si yo me muriera?
Lechón: tras un largo silencio, Paaaapiiii, pero es que todos nos tenemos que moriiirrr...
Yo: (intentando quitarle hierro al asunto porque la cara del P.E era un poema...) bueno, es que es un poco pequeño para entender lo de la muerte no?
P.E: (haciendo caso omiso de mi intervención y seguro al cien por cien de que su hijo carece de sentimientos) Si, pero a mí me gustaba hacer cosas con mi papi, como ahora, que estamos tomando los dos helado de vainilla, a él también le gustaba el helado de vainilla ¿sabes?
A continuación, sin previo aviso, el lechón pone ese gesto en la boca de estar a punto de romper a llorar, ese puchero inconfundible y suelta la siguiente frase: Papi, pero tienes mucha suerte porque tienes dos hijos.

Esta vez nos cruzamos una mirada perpleja, y sin palabras decidimos cambiar de tema de conversación porque parecía que estaba tomando un camino farragoso... Y así nos quedamos, despistados como dos canguros en una carretera camino a Teruel.

domingo, 17 de marzo de 2013

¡Dice mamá!

Diréis que son imaginaciones mías, que la maternidad doble me ha nublado la razón. Pero os equivocáis. Julio dice Mamá, y lo hace con conocimiento de causa. Os lo juro. No puede ser más adorable. Lo dice cuando necesita ayuda para agarrar el chupete, cuando quiere bracitos, cuando no es capaz de darse la vuelta en la alfombra del salón, cuando su hermano le aplasta con uno de esos abrazos suyos tan delicados...

Cualquier excusa es buena para que me alegre el oído con esas dos sílabas maravillosas: MA MÁ. Pronuncia una M perfecta y acentúa la segunda A para que no haya ninguna duda. Con Manuel tuve que esperar 14 largos meses para oírselo decir, pero ya se sabe, el segundo hace la media.
Por lo demás está mi bebé de lo más espabilado, aunque de gatear nada de nada. Se pirra por el teléfono móvil, el mando de la tele y cualquier aparato con botones múltiples. Se lo pasa bomba dando grititos y el colmo de la diversión es bañarse con su hermano, a quien adora. Tiene ya los dos dientes de abajo y los de arriba aún no le han salido pero están a puntito, dicho sea de  paso que nos están dando bastante guerra. Sin embargo, últimamente duerme mucho  mejor por la noche. Se come el puré de verdura y el de fruta a velocidad de vértigo, y el bibe de cereales ya no digamos. Nadie tiene ni idea de a quién se parece. Es un bebé tranquilo y tragón de los que te hacen decir eso de "habría que tener siempre un bebé en casa". Y si dice MAMÁ con menos de nueve meses... aún más!

P.D: disculpad este mes y medio de silencio bloguero. Ha sido una locura laboral y personal. Estoy en pleno propósito de enmienda
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