jueves, 20 de septiembre de 2012

Ser mamá de dos


Ayer cumplió Julio tres meses, y, como dicen las señoras de cierta edad: "se me está criando muy bién". Me gusta esa frase y no sé muy bién porqué, nostálgica que es una. Es un bebé muy bueno, si por bueno entendemos que llora poco y duerme bastante bién por la noche -unas seis o siete horas seguidas de media, con alguna noche inspirada de ocho horas del tirón que me han dado la vida.  Para resumir la situación os daré la opinión que he escuchado ayer y hoy de dos bocas distintas, mi madre y mi suegra: "le estás mimando más que a Manuel cuando era bebé"
 
Y como madres y abuelas que son ambas, siempre tienen razón. Será que con Julio soy muy consciente de lo rápido que pasan estos primeros meses, y estoy disfrutándolos mucho más, sin pensar tanto en establecer horarios horarios y fijar rutinas, atesorando los momentos que paso con él y sabiendo que son únicos, dejándome llevar por la ternura sin tantos agobios ni tanta sensación de ahogo como tuve con Manuel. Entendédme, que no me he convertido en mamá hippie, tampoco es eso, pero me parezco un poco más a la mamá zen y poco controladora que me hubiera gustado ser.

La maternidad con el segundo, al menos para mí, es una maternidad más confiada, más segura, me siento ahora menos desbordada y en general más feliz de ser madre. Seguramente ya renuncié hace cuatro años a tener tiempo para mí: ya me empotré entonces con la realidad de lo que supone tener hijos: aparcar durante unos años a tu personita para dedicarte en cuerpo y alma a salvaguardar el bienestar de otra u otras que demandan mucho más de lo que al principio estamos preparados para dar. Y esa carga, que me pareció una losa pesadísima cuando nació Manuel, me resulta ahora ligera y fácil de llevar.

Será que sé por experiencia que esta etapa es sólo la primera de muchas, y que en todas ellas hay una parte buena buenísima, maravillosa diría yo, y otra horrorosa y que es la que te hace querer acelerar para llegar ya a la siguiente estación del tren. Ahora sé que hay que intentar vivir lo bueno con intensidad y sobrellevar lo malo, las pegas, lo mejor posible. Que ahora lo malo es la falta de sueño y el cansancio, pero más adelante lo malo serán las rabietas, que pegue a otros niños, los problemas en el cole, la lucha para que coma, la adolescencia... etc. etc. Sabiendo lo que viene después, que habrá un día que duerma del tirón doce horas, que me haga reír a carcajadas y me divierta con sus preguntas, su lógica aplastante, o simplemente hablando de peces o de dinosaurios. Segurante un día me dirá que me quiere hasta algo parecido a "el planeta donde viven las princesas de pelo largo", y tal vez tengamos un pequeño idilio a escondidas de su hermano... Ahora que he pisado algunas de las próximas estaciones, sé que ya habrá tiempo para educar y discutir, pero que esta parada es para dedicarme a la placentera y sencilla tarea de mimar a mi bebé .

Entran en la ecuación por supuesto otros parámetros, como tener ahora más ayuda con la casa, o vivir en un piso más grande y más cómodo. Pero sobre todo, me siento segura de lo que hago, me fió menos de libros, revistas y opiniones varias, y más de mi instinto y mi experiencia como madre. Además, me encanta ser mamá de dos cuando veo cómo el lechón babea de amor por su hermanito, le besa a todas horas, y le declara su amor a "el bebecín" -así le ha bautizado- una media de tres veces al día. ¡Qué bonitos son!

martes, 18 de septiembre de 2012

Tranquilo y trabajador

El lechón empezó en su nuevo y no muy flamante cole el pasado lunes. Estamos muy contentos porque, en el último momento y después de mucho insistir, conseguimos plaza en el cole público que queríamos, que está muy cerca de casa, es bilingüe, y tiene fama de ser el mejor de nuestra zona. Manuel ha ido muy contento desde el principio, y me enorgulleció muchísimo ver como afrontaba su posición de "el nuevo" con un aplomo impresionante el primer día, entrando en la clase sin mirar atrás, seguro de sí mismo y sin un sólo puchero. Tenía ante él a veinticinco niños que ya se conocían, un nuevo espacio y una nueva profesora. Pero por suerte, eso no le provocó miedo ni vergüenza sino más bién impaciencia y excitación. ¡Bién por él!

Un par de días más tarde fuimos a hablar con su profesora para que nos explicara algunos pormenores del colegio. Nos quedamos de piedra cuando la maestra nos dijo que Manuel se estaba adaptando  muy bién, y que era un niño muy tranquilo y trabajador... Yo intenté disimular mi sorpresa y sonreí como si llevara toda la vida escuchando cosas así sobre mi angelito... y el papá ejemplar reprimió las ganas de gritar "tomaaaaa". Espero que la profe tarde mucho en descubrir la otra cara del lechón.  ¡Disfrutemos mientras tanto del momento!

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Adios al verano


Termina el verano de 2012, seguramente uno de los más especiales de nuestra vida. Antes de que acabe del todo y la ruitina del nuevo curso me abduzca, quiero recordar lo que ha sido.

El verano en que nos convertimos en familia de cuatro, con la llegada a nuestras vidas de Julio.

El verano en que el lechón aprendió a nadar.

El verano en que recibimos una visita muy especial de nuestros amigos de Bali, que nos hizo pasar muchos y muy buenos ratos.

El verano de los Juegos Olímpicos de Londres, en los que la Selección Española de Baloncesto nos hizo vibrar y sufrir hasta el final...

El verano en que visitamos L'Oceanographic de Valencia y el lechón descubrió una nueva pasión: los tiburones.

El verano en que aprendimos juntos a distinguir si el llanto de boquerón es por hambre, por sueño o por gases. Es increíble que Manuel sabe identificarlo casi tan bién como su mami, y seguramente mucho mejor que su padre.

Un verano marcado por la Prima de Riesgo, el rescate bancario, los recortes de Rajoy y, si nadie lo remedia, parece que el verano en el que despedimos, tal vez para siempre, el Estado del Bienestar.

El verano en que el lechón descubrió su pasión por el pulpo, las gulas, las gambas y los chopitos. Todo un sibarita está hecho mi niño.

El verano en que babeamos juntos con las primeras y adorables risas del boquerón.

El verano en que Manuel me pidió que nos casáramos, y también que nos vayamos de Luna de Miel. Yo por supuesto le dije que sí, y cuando le pregunté a dónde quería que nos fuéramos de viaje me dijo: "A la montaña rusa del parque de atracciones". Pues es un planazo, no?

sábado, 1 de septiembre de 2012

Braquicefalia y Plagiocefalia

En la revisión de los dos meses, además de pinchar al pobre Julio tres veces y hacerle llorar una barbaridad, la enfermera confirmó mis sospechas de que al boquerón se le estaba deformando un poco la cabecita, quedando aplastada por la parte de atrás. Aunque me dijo que no debía preocuparme, sí me recomendó unos ejercicios para movilizar el cuello del pequeño y así asegurarnos de que este aplastamiento no fuera debido a una tortícolis congénita, y también para ir corrigiéndole poco a poco la postura. Ella identificó el trastorno como "Plagiocefalia", que es la malformación del craneo debida a la continua presión sobre uno de los lados de la cabeza. Esto sucede porque el bebé tiene preferencia, por ejemplo, por mirar hacia la izquierda, y al apoyar la cabeza siempre sobre ese lado, acaba creciendo de forma anómala y, dicho vulgarmente, torcida. La enfermera me dijo también que le pusiera boca abajo un ratito todos los días, aunque no le guste, para que vaya fortaleciendo un poco esa musculatura. Me indicó que volvería a valorarlo en la revisión de los cuatro meses, y de no haber mejorado, me enviarían al neurólogo para ver si era necesario ponerle un casco. El pediatra, por su parte, que no era la de siempre sino un sustituto veraniego, no le dió mayor importancia al asunto y nisiquiera me comentó nada al respecto. Sin embargo, a mí el tema me tenía mosqueada porque lo del casco me pone los pelos de punta.

Yo ya me había fijado un par de semanas atrás en ese aplanamiento de la cabecita por detrás y sabía que no era así su forma natural cuando nació, sino que el aplastamiento se había producido con el paso de los días, al pasar muchas horas tumbado boca arriba.


Me puse manos a la obra a hacer los ejercicios tres o cuatro veces al día, así como a intentar corregir su postura obligándole a girar la cabeza también hacia el lado derecho, cambiándole la orientación en la cuna, poniéndome siempre a su derecha, y con mil una artimañas para conseguir que su cabecita fuera perdiendo esa forma tan fea que había cogido. Y lo cierto es que pasaron varios días y no veía yo mejoría, así que, en mi infinita impaciencia, me puse a consultar a "San google" para ver si había algo más que se pudiera hacer. Así fué como descubrí una página web con información muy completa sobre las deformidades craneales de los bebés, sus causas, como prevenirlas, etc... Se llama www.infocefalia.com, y leyéndola he descubierto que lo que tiene Julio es más bién "Braquicefalia", ya que el aplastamiento se produce en la parte posterior del cráneo sin percibirse mucha diferencia en los laterales. Y también en esta web descubrí que existen cojines con los que se puede prevenir y corregir el trastorno en los primeros meses de vida e incluso, según dicen, hasta el primer año. Me leí toda la información sobre el cojín Mimos, y también busqué información en otros foros sobre el artículo en cuestión. Me convenció lo que decían las mamás que lo habían usado, así que lo compré y al cabo de un par de días lo teníamos en casa. Lo cierto es que al abrir el paquete me pareció algo decepcionante el cojincito. Parece muy poca cosa para los 44 eurazos que cuesta... Desde que llegó lo estamos usando y se supone que redistribuye el peso de la cabeza del bebé para que la presión sea uniforme y así el cráneo no se deforme o, en casos como el de boquerón, se vaya redondeando.

Han pasado solo cinco días, así que es pronto para valorarlo, pero la verdad es que a Julio se le ve muy cómodo durmiendo sobre su nueva almohada.
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