martes, 29 de mayo de 2012

Diciendo adiós al "uniquismo"

Todos los días lo pienso en algún momento. Me sorprendo diciéndome, "ésto no volverá a ser así cuando nazca el bebé". Sé que van a cambiar muchas cosas cuando el lechón deje de ser hijo único. Me apena un poco saber que tendré menos tiempo para él en exclusiva, aunque a la vez sé que le vendrá de maravilla perder algo del protagonismo que ahora acapara sin competencia. No puedo evitar vivir estos últimos días antes del parto como una auténtica despedida. Esos ratos nuestros, tan íntimos, en los que nos hacemos arrumacos sin prisas, sé que no serán ya igual cuando haya un boquerón demandando también la atención de su mami. Leerle un cuento dejándole que me interrumpa setecientas veces porque no es capaz de escuchar callado dos minutos seguidos, sentarme en el suelo a jugar a dinosaurios, plastilina o lo que él quiera...

Ayer tuve que ir a buscarle al cole porque le subió la fiebre. Estamos los dos malitos en casa, con un catarro que no sé quien tuvo primero, pero que seguramente se lo he contagiado yo a él porque estos días le beso y le abrazo incluso más de lo habitual. Siento que seguramente días como hoy, los dos solos, no se repetirán en este futuro incierto que nos espera, y sé que es para empezar una etapa mejor, una familia más completa, que el lechón disfrutará de su nuevo papel de hermano mayor, con el compañero de juegos que tanta falta le hace... Todo eso es verdad pero cerrar un ciclo también me cuesta, y cruzo los dedos esperando que mi niño aprenda a renunciar, en parte, a estos ratos a solas en los que tanto disfrutamos.

viernes, 18 de mayo de 2012

Donde crecen las galletas

A la vista de la escena de la imagen, le digo al lechón:  "Mira Manuel, una amapola, a que es bonita?"                                                                    A lo que contesta:                                                        Manuel: "Si, y mira mami, ahí es donde crecen las galletas de papi"
Habilidades que indica semejante disparate
1. Memoria fotográfica para recordar la foto de la caja de las Digestive del desayuno.
2. Inteligencia para saber que mami no hace galletas, ni creo que las haga jamás. Ni falta que hace ¡crecen en las plantas!


sábado, 12 de mayo de 2012

Pensando en el parto

Nunca acabé de relatar aquí mi primer parto, seguramente porque no me sentí con fuerzas ni con ganas de hacerlo. Lo cierto es que después de contar con detalle la primera parte, no quise entrar a relatar un expulsivo bastante duro, doloroso y frustrante, que no fue ni mucho menos lo que yo esperaba. Me hubiera gustado sentirme en el parto más acompañada y más respetada. No dejaron que el papá ejemplar entrara en el paritorio hasta casi el final, y yo le necesitaba conmigo más que nunca. Me pusieron la epidural demasiado tarde, a causa de la mala atención por parte de las matronas, lo que me dejó sin fuerzas para los pujos y, como consecuencia, el ginecólogo se vió obligado a usar los forceps y yo tuve un desgarro y una episotomía como una plaza de toros. En resumen, el Hospital Montepríncipe de Madrid deja mucho que desear en lo que se refiere a maternidad y no se lo recomiendo a nadie.


Este embarazo parece que está durando infinitamente menos que el primero. Estoy mucho más atareada y sin tiempo para pensar en la criaturita que crece dentro de mí, más consciente de lo que me espera, y tal vez por ello, mucho menos impaciente por que llegue su nacimiento. Ahora que estoy en la recta final, me queda un solo un mes, empiezo a pensar en cómo me gustaría que fuera el parto. Me dijeron hace cuatro años que había tenido un parto precipitado y que era muy probable que se repitiera en el segundo. De ahí que dilatara completamente en poco más de dos horas y que a las matronas "se les pasara" explorarme antes de ponerme la epidural... Me enfrento al segundo parto con más información y sabiendo más lo que quiero. Y eso es bueno y malo, porque cuando te pones a buscar información sobre hospitales y partos cada uno cuenta la historia según le fué, e igual que yo tuve una pésima experiencia en el Montepríncipe, tal vez a otra chica le salió a pedir de boca y lo recomienda con los ojos cerrados... Pero ésto no es elegir un hotel para las vacaciones, que te puedes fiar de las opiniones en tripadvisor y luego si metes la pata tampoco es tan grave...

En enlaces cómo éste, me he informado sobre los derechos que tiene una mujer en el momento de su parto, y me doy cuenta de hasta qué punto se los saltaron conmigo. Veo también que hay ciertos centros donde se aplican protocolos de parto respetado, también llamado parto humanizado (y digo yo, que menuda redundancia, pocas cosas hay más humanas que un parto), en los que los deseos de la madre son lo primero, te permiten dilatar en la postura que prefieras, no se utiliza medicación sin el consentimiento informado de la madre, y se procura seguir los ritmos que marca la naturaleza con las menores interferencias posibles, no oxitocina, no episotomía por rutina, no rotura de la bolsa, no monitorización interna... Y luego hay opciones como la del parto en el agua en la clínica Acuario, que tiene una pinta fantástica pero cuesta un ojo de la cara, o bién otras más estrambóticas como lo del parto en casa, que a mi juicio es una irresponsabilidad, hoy por hoy, correr riesgos innecesarios.

El parto es una experiencia que se recuerda siempre, y es curioso cómo cada vez que saco este tema frente a otras madres, no importa de qué generación sean ni cuántas veces hayan parido, aquello se convierte en un gallinero y nos ponemos todas a hablar de nuestros partos respectivos con la misma pasión con que ellos cuentan las historietas de la mili. Estoy dándole vueltas e informándome y tengo la cabeza como una batidora... así que espero elegir bién esta vez, tomar la decisión correcta para tener un parto lo menos intervenido posible, espero no volver a sentir cómo se me va de las manos, y encontrarme apoyada y segura en un lugar donde nos den, a mí y al boquerón, la mejor atención posible sin tratarme como a una menor de edad o una enferma, sino como a una mujer adulta, dueña de su cuerpo, y capaz de elegir cómo quiere que nazca su hijo.
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