miércoles, 22 de febrero de 2012

Ocurrencias


Qué dura es a veces la sinceridad de un niño de tres años. Hoy vamos por la calle al salir del cole, el lechón ve a un señor con bigote y exclama en un tono de voz como para que le oyeran desde Murcia:
-¡Mira qué feo mami!! acompañado de un inequívoco dedo acusador hacia el buen hombre que, la verdad, guapo no era, pero tampoco tan feo como para ponerse así...
Y yo, sin saber dónde meterme, miro al hombre con cara de circunstancias mientras reprendo a Manuel en plan "eso no se dice" y él, comprensivo, contesta, "la espontaneidad de los críos".
Vaya momento.

En Carnaval, con su traje de Pirata
Estaba hoy sembrado mi niño porque por la tarde, cuando estaba intentando explicarle que hasta las seis y media no encendía la tele con "sus dibujos":
-¿y cuánto falta para las seis y media?
- Mira, ves la aguja grandota, tiene que estar con la aguja pequeñita en el seis, y entonces será la hora de los dibujos.
Él se queda mirando el reloj fíjamente, y avispado como es advierte que para que eso pase falta una eternidad (media hora)
-Mami, pero es que este reloj va muy despacio. Tenemos que comprar uno que vaya más deprisa.
Yo, muerta de risa:
-Va a ser un poco difícil encontrarlo cariño
-No, mami, vamos al supermercado y lo compramos. Uno que sea superrapidísimo vale?
Y yo pensando, buena idea, a ver si así conseguimos que llegue antes el fin de semana...

miércoles, 15 de febrero de 2012

Elegir nombre

Ya estoy de 22 semanas y aún sin nombre para el boquerón. Y el pobre ya va teniendo tamaño de lenguado... Qué diferente este embarazo del primero. Con Manuel supimos enseguida el nombre que nos gustaba, estuve pendiente del embarazo, de los síntomas, de la preparación del cuarto del bebé, leí muchísimo sobre gestación y crianza... Se me hizo larguísimo, porque pensaba constantemente en las semanas que faltaban para verle la carita. Lo viví como una cuenta atrás hacia el parto.
Qué distinto ahora, cuatro años más tarde, que se me olvida de cuántas semanas estoy, e incluso olvido a ratos que llevo dentro un bebé, y parece que él lo sabe y quiere hacerse notar dando unas volteretas que me sobresaltan. Ahora que no tengo tiempo para preparativos y que me va a pillar el toro con toda seguridad. Ahora que mi boquerón no tiene nombre siquiera... El papá ejemplar y yo no nos ponemos de acuerdo. A mí me gustan un sinfín de nombres... que a él no le convencen, y él se ha agarrado a uno que a mí me espanta... y no se baja del burro. Lo  malo es que llegamos a un acuerdo antes de saber el sexo, y decidimos que él elegiría el nombre si era varón y yo si era niña... ¡Cómo se me ocurrió semejante tontería! ¿Alguna idea?

jueves, 2 de febrero de 2012

Mami, ¿tú qué quieres ser de mayor?

Tener hijos te transforma en muchos aspectos, en parte porque te hace recordar tu propia infancia, tener presentes detalles que habías arrinconado en el más oscuro rincón de tu memoria. Y también porque te obliga a ver de nuevo el mundo desde sus ojos entusiasmados y curiosos. Te invita a tener una nueva perspectiva de la vida, más nueva y refrescante. Con un niño como compañero de viaje nos transformamos en pequeños exploradores, que se sorprenden con las maravillas que encuentran a su paso, y así debería ser siempre.
También te obligan a contestar preguntas algo surrealistas que hace mucho tiempo que nadie te hacía: ¿a tí qué color te gusta?  ¿te gustan más las mariposas o las motos mami? y así hasta el infinito.
Esta mañana ha visto algo en la tele acerca de las profesiones y acto seguido me pregunta: "mami, tú qué quieres ser de mayor?" Primero le contesto en modo adulto aburridísimo, "yo ya soy mayor", pero ante su insistencia le digo que mi futuro soñado es "exploradora en la jungla y cuidadora de cachorritos de los leones". Parece que le gusta más. Él dice quiere ser astronauta, pero esta tarde ha cambiado de idea y quiere ser motorista.
Lo que quiera, menos político, lo que él quiera.
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