sábado, 29 de diciembre de 2012

Hermanos

El lechón dice que no quiere que Julio se haga mayor, que quiere que se quede como ahora para siempre. Nosotros le decimos que cuando sea mayor será más "diver" porque podrán jugar juntos y tal, pero él sigue en sus trece y responde convencido: "ya, pero no será tan mono". Ésta es solo una de las muchas pruebas de Amor que vemos a diario del lechón al bebé. Ver como estos dos se adoran es una de las experiencias más gratificantes que he vivido como madre, y seguramente también como persona. Se me cae la baba a chorros cuando Manuel le hace a su hermano cualquier monería y éste le recibe con el máximo alborozo, riendo a carcajadas, agitándose de satisfacción... Me ha sorprendido muchísimo la actitud del lechón como hermano mayor, tan consciente, tan amoroso. Me parece que ha crecido mucho en todos los aspectos desde que Julio llegó a nuestras vidas.

A su pequeña manera me ayuda a cuidar de su hermano pequeño. Me abre las puertas para que yo pueda pasar con el cochecito, si vamos solos en el coche me dice si el hermanito se ha dormido o está despierto, le pone el chupete, le canta canciones para que no llore. Me emociona que se haya aprendido las típicas canciones de palmas palmitas, higos y castañitas, los cinco lobitos... aunque a él no le harían falta porque sólo con que le dirija al boquerón un par de sonrisas el otro se deshace de adoración. Copia mis muletillas y le habla en el mismo tono que yo, que me muero de ternura escuchándole. Me pide que le deje ver la tele a su lado, o que le siente en su habitación para que vea cómo juega, sabedor de que el pequeño es el mejor público de sus payasadas, el mayor admirador de sus proezas. Y sin embargo, los celos están ahí, y se notan en llamadas de atención a base de mal comportamiento, en absurdas rabietas inexplicables, en ataques de mal genio sin venir a cuento. Pero nunca, hasta ahora, los celos se reflejan en malas caras hacia su hermano, que solo recibe la mejor parte del lechón y constantes muestras de cariño.


Ya vendrán tiempos en que se lleven fatal, como todos los hermanos. Tiempos en que haya que mediar para evitar peleas... espero que tarden en llegar. Pero ahora no quiero pensar en eso, quiero disfrutar de momentos como el de la foto, cuando Manuel se mete en la cuna de Julio para achucharle y decirle cosas bonitas mientras Julio se ríe a carcajadas

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Malas noches

No es que sea una excusa para tener el blog en estado de abandono... pero llevamos un mes sin levantar cabeza. El lechón va ya por el tercer catarro este otoño, y tal como los pilla se los contagia sin piedad al hermanito. Lo que en el mayor suelen ser unos mocos sin importancia se convierte para Julio, y de rebote para toda la familia, en una colección de síntomas: mocos, irritabilidad, falta de apetito, vómitos, gases... que no nos dejan vivir y, sobretodo, dormir.

Vivo como un zombie y las ojeras me llegan a la barbilla. Julio se despierta llorando una media de cinco veces por noche, y la única manera de calmarle es pasearle un buén rato por toda la casa, darle masajes en la tripita para aliviar los gases, sacarle los mocos con el sorprendente artilugio diseñado para tal fín para, al final, dejarle en su cuna con mucho cuidado, lenta y suavemente como si fuera una bomba de relojería, rezando bajito para que tarde en despertarse de nuevo. Y ésto suele ocurrir, al menos las tres últimas noches, entre media hora y dos horas después. Seguramente los torturadores nazis se inspiraron en estas noches para crear sus métodos. Tengo verdadero miedo de que en una de éstas, si seguimos así, me quede dormida de pié con Julio en brazos, o le tumbe sin querer en la bañera en lugar de en su cuna, tal es mi estado lamentable cada vez que tengo que levantarme. De hecho ya me dí un golpe en el dedo del pié al tropezarme en la oscuridad hace dos semanas y estuve coja un par de días. Sólo espero que ésto pase pronto porque el papá ejemplar y yo estamos al borde del colapso. Está claro por qué los bebés son tan adorables, suaves, dulces y huelen tan bién. La naturaleza es sabia y se asegura de que los padres no sean capaces de abandorles a su suerte cuando las fuerzas les flaquean.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Los celos eran ésto

Estaba yo más que avisada, y hasta cansada de oír la consabida pregunta, "¿qué tal lo lleva el mayor?". Le decía a todo el mundo que muy bién, que está encantado con su hermanito, que le adora y le colma de mimos y atenciones. Orgullosa contaba yo lo mucho que nos ha sorprendido lo bién que ha asumido su nuevo papel, lo cariñoso que es con su hermano. Y ha sido eso lo que me ha despistado durante estos (ya!) cinco primeros meses del pequeño. No sé porqué yo pensaba que los celos se manifiestan en una animadvesión manifiesta hacia el rival, y me los imaginaba como algo mucho más evidente, que vería claramente, como un alumbrado de luces de neón. Pero resulta que me ha estallado en las narices porque se ha ido fraguando lenta y sutilmente sin yo darme ni cuenta. Mis alarmas saltaron cuando el lechón perdió el apetito de forma muy llamativa, y, en mi lucha diaria para que comiera, me dí cuenta de que su negativa a comer era como un grito de auxilio diciendo "mami, hazme caso!". Lo malo, o lo bueno, es que conseguía esa tan necesaria atención por mi parte pero no para bién, sino para enfadarme y reñirle por no comer, o para enviarle a la cama sin su ratito de dibujos o su premio. Creo que las madres nos sentimos fracasadas si nuestros cachorros no comen, debe de ser algo atávico, es como si nuestra misión más importante, nuestro trabajo, lo estuviéramos haciendo mal, como si no lo supiéramos completar. Así me sentía yo y por eso le echaba unas charlas monumentales para que comiera, que a él por un oído le entraban y le salían por el otro. Un día me caí del guindo y me dí cuenta de que los celos eran ésto... y me llevé un buen disgusto, sobre todo porque me sentí tan culpable como solo una madre puede hacerlo. Vi entonces en sus ojos la decepción, el enfado, la tristeza... pero la culpable era yo, no su hermano... Por suerte o no, eso lo tiene muy claro, por ahora.

El papá ejemplar, que es en estas crisis cuando se gana de verdad el apodo, tuvo el temple para diseñar una estrategia hacia el tema de la comida que parece que va funcionando. Quitarle importancia, dejar de reñirle y de castigarle, y darle la oportunidad de decidir por sí mismo cuándo quiere volver a comer, porque según dicen ningún niño se mata de hambre. Para los hijos es tan importante nuestra atención, nuestra mirada, nuestro tiempo en su compañía, que prefieren vernos enfadados, ganarse una bronca, quedarse sin premios, lo que sea pero siendo ellos los protagonistas... y si es robándole el papel a su hermanito pequeño, mejor que mejor. Desde que ha visto que dejar de comer no le da minutos extra de atención por mi parte parece que vuelve a tener apetito. Además, yo he enterrado el hacha de guerra y procuro enfadarme menos con él para que no tenga la impresión de que él solo se lleva regañinas y el bebé recibe todos los mimos.  Y por supuesto la mejor terapia para los celos: atención y mimos, que él no pide pero necesita muchísimo. Volver a tratarle un poco como un bebé hace que le rían los ojos, buscarle para darle un mordisco, perseguirle para comérmelo a besos... cosas que, mea culpa, llevaba mucho tiempo sin hacer. Porque mi niño mayor está muy alto y a veces se me olvida lo pequeñito que es todavía.

martes, 20 de noviembre de 2012

Deseadme suerte

Ésta es mi última semana de baja maternal. La última de 22 semanas en las que he descubierto lo que supone ser madre de dos,  he disfrutado muchísimo de mis niños, y me he enamorado locamente de mi bebé. Que nadie se ponga celoso ni se ofenda, porque ya dejé claro en otro post que una tiene capacidad de amar para dar y regalar. De mis otros dos varones me enamoré hace más tiempo y no tienen que ver peligrar su puesto de ninguna manera. En estos casos, la necesidad obliga, y una madre puede ser pelín infiel repartiendo entre los retoños, y a partes iguales, achuchones, carantoñas (y regañinas también cuando llegue el momento), sin que peligre ni un poquito la parte correspondiente al papá ejemplar, que llegó primero al corazón materno y eso también tiene que notarse.

Esta baja no ha tenido nada que ver con la primera. Ha sido mucho mejor, como explicaba en este post, la segunda crianza se afronta de una forma más relajada y eso ha sido crucial durante todos los días de mi baja. Cuando nació el lechón la depresión postparto, mezclada con el agotamiento y la inseguridad me dejaron hecha un manojo de nervios. Los últimos dos meses de la baja ya estaba más tranquila y relajada, loquita de amor por mi bebé como ahora, pero aún así recuerdo que, allá por el 2008, cuando aún se ponía en tela de juicio si había o no crisis en España, yo volvía a trabajar con sentimientos encontrados. Por un lado me daba pena dejar a mi precioso bebé, y por otro tenía ganas de reencontrarme con mi yo profesional y recuperar algo de independencia. Secretamente, sentía algo de claustrofobia y veía en el trabajo una posibilidad de salir y tener tiempo para mí. Qué equivocada estaba.

Cuatro años más tarde, de sentimientos encontrados nada, de ganas de yo profesional cero y la indepencia me importa más o menos lo mismo que la liga de Campeones, o sea, un comino. Estoy feliz viendo a diario como crece el boquerón, admirando como sabe ya cogerse los piececitos, siendo testigo de sus progresos a diario, recogiendo al lechón del cole teniendo aún algo de energía y buen humor para afrontar la tarde, paciencia para darle la cena y responder a sus millones de preguntas. No me apetece un pimiento, pero con la que está cayendo cualquiera se queja de tener un trabajo al que volver. Sé que muchos soñarían con mi suerte. No hay que escupir hacia arriba así que, sin protestar ni un poquito, el lunes que viene retomaré la jornada maratoniana de aquellas afortunadas madres que tenemos la suerte de trabajar a doble jornada. En mi caso, jornada reducida-intensiva de nueve de la mañana a cuatro de la tarde/ jornada maternal-extendida de cinco de la tarde a nueve de la noche... si hay suerte y los astros se configuran adecuadamente para que la prole esté dormida a esa bendita hora y hasta la mañana siguiente. Deseadme suerte.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Castigándome

Sé que no está de moda, nisiquiera está bién visto, ni es moderno. Seguramente muchos psicólogos se escandalicen y consideren mi conducta reprobable e impropia de una buena madre. Pero yo hay días en que se me acaban los recursos, y tengo ganas de hacer huelga de maternidad. Así, como suena.

Hoy es uno de esos días, porque a la huelga general se une que a mi lechón se le ha puesto entre ceja y ceja que hoy no come. Tiene días así, y a mí me parece que lo hace para sacarme de mis casillas, porque si no es que no le encuentro explicación. No os creáis que el menú de hoy era difícil, ¡qué va! Cualquiera pensaría que a su madre se le ha ocurrido ponerle delante un plato de acelgas, o un filete de hígado, o de caballa... pero no...

El tema tiene delito, porque el conflictivo menú que hoy nos trae de cabeza son unos inocentes y apetitosos macarrones con salchichas que harían las delicias de cualquier menor de diez años en su sano juicio. Si me apuras, harían las delicias también de una servidora, que lleva dos meses a dieta y muere por un plato de pasta, aunque sea con salchichas. Sin embargo, mi lechón ha decidido que hoy no come y me ha declarado la guerra. Y como para chula yo, y resulta que hoy tengo tiempo y no tengo nada mejor que hacer, pues he decidido que, por mis narices, se come los macarrones. Y así estamos: "si no los quieres para comer te los comes para merendar". Por ahora las dos  primeras batallas las ha ganado él, y se ha comido dos macarrones. Dos. Contados. Ahí está, castigado en su habitación, sin dibujos ni juguetes. Tan testarudo como su madre, pero bastante menos hambriento.

Ni que decir tiene, y si eres madre seguro que me entiendes, que está castigado él pero yo también, y que estoy ahora mismo en un sinvivir, no sólo porque lleva todo el día sin comer, sino porque la culpabilidad me tiene con el corazón en un puño. Y lo peor es que me siento tan mal que estoy dudando si ofrecerle los macarrones también para cenar en plan "a ver quién puede más" o si prepararle un plato de acelgas y comérmelos yo después de recalentarlos por octava vez. ¿Alguna sugerencia?

martes, 6 de noviembre de 2012

Adicta a bebé


Será por sus manitas regordetas, de uñas perfectas y deliciosos pliegues, que eleva al cielo con movimientos rápidos, imprecisos, nuevos cada día.
Será porque tiene todo un catálogo de sonrisas: las de por la mañana después de una buena noche de sueño son las mejores, pero también seduce con las sonrisas tímidas, ésas en las que mete la cabeza entre los hombros un poco ladeada, o las risas divertidas cuando de pronto algo le hace mucha gracia sin que nadie sepa muy bién por qué. Y los hoyuelos... ¡ayyy esos hoyuelos!
Será por los pies, tan pequeños y perfectos, tan suaves que los besarías mil veces.
Será por su olor inigualable: olor a nuevo y recién hecho, a piel suave como la seda, a leche, a miel, a toda una vida por venir.
Será porque me encanta escuchar sus ruiditos adorables mientras se mira las manos en la cuna.
Será por esos ojos que me miran muy atentos, sonrientes, cuando le hablo, le mezo o le canto una canción.

Por todo ésto y mil razones más hoy me declaro completamente adicta. Estoy descubriendo lo adictivo que puede llegar a ser un bebé... y estoy sumida en esta fase y disfrutándola.
Lo malo es que me quedan 20 días de baja maternal y empiezo a tener ya mucho miedo al síndrome de abstinencia

martes, 30 de octubre de 2012

Bebé resfriado por amor

No recuerdo ver a Manuel resfriado cuando era bebé. Creo que cuando por primera vez se puso malito tenía más de un año, así que tener a Julio resfriado ya, por segunda vez, a sus cuatro mesecitos de nada se me hace muy cuesta arriba. Aunque ahora sea una mamá con experiencia, ésto no lo había vivido, así que me pongo de nuevo en la fila de las novatas.

¿Y por qué se resfría el pobre Julio? Pues  ni más ni menos que por amor. Su hermano, que le adora, se abalanza sobre al llegar del cole, se lo come a besos pese a mi horrorizado: "noooo, primero lávate las manos al menooossss", y sin duda le regala todo un menú de bacterias para merendar al pobre. Mientras lo hace, a mí me parece estar viendo a las bacterias y los virus saltar del mayor al bebé con cara de malos bichos, haciéndome burla tipo "chincha rabia que ahora voy y pongo al bebé malito" Y sólo me queda reñir al lechón por su ternura y su adoración por su hermano... Pero no lo hago, ni le castigo ni nada, aunque me desobedezca de manera manifiesta tooodos los días.


Me siento incapaz de enfadarme con él por eso, aunque el resultado sea que llevamos ya dos resfriados en solo un mes. Supongo que entonces me tendría que enfadar también cuando le dice, al oído, para que los mayores no nos enteremos: "te quiero peque peque", o cuando espera, con una paciencia tan inusual en él, a que termine de calmar a Julio durante diez minutos para después ir a leerle su cuento de antes de dormir. No le riño y lo que pasa es que ahora me siento fatal porque Julio lleva dos días moqueando a mares, con los ojos llorosos, con una bracitis aguda que me tiene la espalda hecha puré, y pasando unas noches que ni falta que nos hace la de Halloween de mañana. Pero cuando me asomo a su cuna y sonríe con esta carita se me olvidan todos los males.

lunes, 15 de octubre de 2012

Curiosidad

Si por algo destaca el carácter del lechón es por su inmensa curiosidad. No es que sea el más listo, ni el más rápido ni el que mejor dibuja, pero seguramente sí es de los más curiosos. Todo lo quiere saber, todo lo pregunta, y además no se conforma con respuestas vagas e imprecisas. Él quiere aprender en serio, y pide datos que avalen cada respuesta. Ésto a veces a los adultos nos deja literalmente con el culo al aire. Como cuando pregunta si China es más grande que Rusia y a una servidora le entran sudores tratando de hacer memoria. Pronto empezamos, miedo me dá cuando empiece en el cole a aprender las capitales, o los ríos -¿se siguen estudiando los ríos y afluentes?- y se las sepa mejor que yo. Por que ahora, con cuatro años, le puedo contestar algo digamos... inexacto... sin que llegue la sangre al río, pero cuando esté en Primaria me temo que voy a tener que darle un repaso a mi Geografía de EGB, que la tengo bastante olvidada.

En su sed de aprender, hemos ido creando en casa una Biblioteca con cuentos sobre los Dinosaurios, el Cuerpo Humano, la vida en el mar, etc... Algunas veces, cansada de releer mil veces los que tenemos de casa, vamos a la biblioteca pública y nos traemos los más gordos y cargados de información que encontramos. Más que cuentos son enciclopedias, porque a él lo que le gusta es saber cosas del tipo:

- ¿Cuánto mide un tiburón blanco? ¿y qué come?
-  ¿Hay ballenas en Madrid? ¿y en España?
- ¿Quién enciende las farolas de la calle? ¿Y qué es el Ayuntamiento?
- ¿Y el cerebelo para qué sirve?
- ¿Porqué el corazón tiene vintrícuolos?
-  El Tiranosaurio se puede comer al Anquilosaurio?
- .... y muchos curiosos etcéteras

Me gusta que mi niño me ponga a prueba con sus preguntas, aprender con él y para él... aunque me agote, y me conmueve verle con tantas ganas de aprender. Dicen que somos jóvenes siempre que sigamos aprendiendo, y yo a su lado lo hago todos los días ¡Ojalá le dure mucho!

miércoles, 10 de octubre de 2012

Mi bebé cumplió 100 días


Sus primeros 100 días han pasado y ha dejado de ser un pequeño y frágil recién nacido para convertirse en un bebé precioso, regordete y feliz. Sigue siendo muy tranquilo, y ahora además se prodiga en sonrisas ante cualquier tipo de público, lo que le convierte en un bebé adorable. Sus ojos ya no son azules, ¡lo sabía! pero por ahora tampoco son marrones, así que me queda un hilito de esperanza de que se le queden de un marrón verdoso. Está muy espabilado y despierto, y le encanta que le hagan monerías, que le hablen, le mezan y le canten canciones. Yo disfruto cantando para él boleros y canciones de Sabina. Siempre me ha gustado esto de cantar y ahora tengo quien me escucha atento, sin críticas a mi escaso oído musical.

Está muy grande, casi no cabe ya en el cuco, pero me resisto aún a sacarle de nuestra habitación para pasarle a la cuna grande. Saber que ya no tendré más bebés me hace aferrarme más a cada etapa, perder las ganas de dejarla atrás. Me gusta oír su respiración por la noche, saber que le tengo cerca y que con uno solo de sus ruiditos estoy ahí para alcanzarle el chupete o para darle un mimo.
Yo creía que al segundo no se le quiere tanto como al primero, que es imposible amar más... pensaba que, de algún modo, el cupo de amor estaba cubierto, pero me equivocaba. No era un tópico eso de que el amor de una madre es milagroso y se expande y se multiplica a medida que hay seres que lo necesitan. Así que me siento muy afortunada. Es una suerte tener a mi lado de nuevo un bebé pequeñito, un ser indefenso y necesitado, adorable y tierno, que me recuerda cada minuto hasta dónde llega mi capacidad de amar.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Reunión de padres

Mañana hay reunión de padres en el cole del lechón. Y la ansiedad me devora cual si de una entrevista de trabajo se tratara. Tengo mis sospechas, fundadas, de que Manuel ha mostrado ya en el cole su cara verdadera, y la verdad, tengo miedito de lo que me va a decir su maestra. Me imagino algo crudo, del tipo: "Tu hijo es algo indisciplinado, ¿tiene problemas en casa?" Lo que viene siendo la manera educada de decir: "cómo es posible que semejante terrorista haya terminado en mi clase, y porqué sus padres no se lo llevan lo más lejos posible... ¡YA!". Mis sospechas vienen a raíz de la siguiente conversación mantenida hoy en la cocina.

-Manuel, y qué habéis hecho hoy en clase?
-Nada
-Algo habréis hecho, ¿no? Porque vaya rollo estar ahí todo el día sin hacer nada.
-No, nada
(grrr
rrrrrrrrrrrr interior, pero yo sin perder la compostura, con una falsa sonrisa en la cara) Ante mi absoluta falta de información sobre su comportamiento en el cole, porque se niega a contarme nada y se cierra en banda en cuanto hago preguntas sobre qué hacen o dejan de hacer en clase, hoy me he lanzado a preguntar de manera algo más inquisitiva de lo habitual

-Bueno, pues mañana voy a hablar con Elena (su profe) a ver qué me cuenta, porque tú no me cuentas nada.
-Bueno, entonces te va a contar... bueno.... mmmm.... te va a contar.... que no....mmmm.... bueno.... nada...nada...
-¿Me va a contar que te portas muy bién?
-Mmmmm bueno, es que está prohibido hablar cuando hay que hacer trabajos... y yo... bueno.... yo juego con los que tengo al lado... un poco... Y entonces Elena me chilla...
-Pero bueno Manuel, eso no está bién, tienes que hacer caso a tu profesora, porque si no no vas a aprender... (os ahorro el resto del sermón que ya os lo imagináis)
-Sí, y en el comedor también jugamos a guerras de pies, porque los otros niños quieren jugar todo el rato a guerras de pies, y claro, pues yo también juego.

Mi cara de circunstancias ha sido un poema y la ansiedad me tiene en un sinvivir desde entonces. Me siento como un niño pillado en falta. Es lo que tiene no haber cortado aún del todo el cordón umbilical. Por suerte, y en un momento "refuerzo positivo" muy a lo Supernanny, le he preguntado un rato más tarde.
- Ahora cuéntame si haces algo muy bién en el cole, esa vez que te dice la profe ¡muy bién! Mola un montón eso no? ¿Te lo dice la profe alguna vez? (rezos interiores pero cara de estonotienemayorimportancia)
-Sí, cuando dibujo -dice él con cierto orgullo
-Ah! sí, qué bién mi vida, y ¿qué dibujas?
-Personas
-¿Personas? ¿dibujas a mami y a papi? ¿Me enseñas como lo haces?


Y aquí está el resultado ¿He salido favorecida? Deseadme suerte con el examen de mañana.


jueves, 20 de septiembre de 2012

Ser mamá de dos


Ayer cumplió Julio tres meses, y, como dicen las señoras de cierta edad: "se me está criando muy bién". Me gusta esa frase y no sé muy bién porqué, nostálgica que es una. Es un bebé muy bueno, si por bueno entendemos que llora poco y duerme bastante bién por la noche -unas seis o siete horas seguidas de media, con alguna noche inspirada de ocho horas del tirón que me han dado la vida.  Para resumir la situación os daré la opinión que he escuchado ayer y hoy de dos bocas distintas, mi madre y mi suegra: "le estás mimando más que a Manuel cuando era bebé"
 
Y como madres y abuelas que son ambas, siempre tienen razón. Será que con Julio soy muy consciente de lo rápido que pasan estos primeros meses, y estoy disfrutándolos mucho más, sin pensar tanto en establecer horarios horarios y fijar rutinas, atesorando los momentos que paso con él y sabiendo que son únicos, dejándome llevar por la ternura sin tantos agobios ni tanta sensación de ahogo como tuve con Manuel. Entendédme, que no me he convertido en mamá hippie, tampoco es eso, pero me parezco un poco más a la mamá zen y poco controladora que me hubiera gustado ser.

La maternidad con el segundo, al menos para mí, es una maternidad más confiada, más segura, me siento ahora menos desbordada y en general más feliz de ser madre. Seguramente ya renuncié hace cuatro años a tener tiempo para mí: ya me empotré entonces con la realidad de lo que supone tener hijos: aparcar durante unos años a tu personita para dedicarte en cuerpo y alma a salvaguardar el bienestar de otra u otras que demandan mucho más de lo que al principio estamos preparados para dar. Y esa carga, que me pareció una losa pesadísima cuando nació Manuel, me resulta ahora ligera y fácil de llevar.

Será que sé por experiencia que esta etapa es sólo la primera de muchas, y que en todas ellas hay una parte buena buenísima, maravillosa diría yo, y otra horrorosa y que es la que te hace querer acelerar para llegar ya a la siguiente estación del tren. Ahora sé que hay que intentar vivir lo bueno con intensidad y sobrellevar lo malo, las pegas, lo mejor posible. Que ahora lo malo es la falta de sueño y el cansancio, pero más adelante lo malo serán las rabietas, que pegue a otros niños, los problemas en el cole, la lucha para que coma, la adolescencia... etc. etc. Sabiendo lo que viene después, que habrá un día que duerma del tirón doce horas, que me haga reír a carcajadas y me divierta con sus preguntas, su lógica aplastante, o simplemente hablando de peces o de dinosaurios. Segurante un día me dirá que me quiere hasta algo parecido a "el planeta donde viven las princesas de pelo largo", y tal vez tengamos un pequeño idilio a escondidas de su hermano... Ahora que he pisado algunas de las próximas estaciones, sé que ya habrá tiempo para educar y discutir, pero que esta parada es para dedicarme a la placentera y sencilla tarea de mimar a mi bebé .

Entran en la ecuación por supuesto otros parámetros, como tener ahora más ayuda con la casa, o vivir en un piso más grande y más cómodo. Pero sobre todo, me siento segura de lo que hago, me fió menos de libros, revistas y opiniones varias, y más de mi instinto y mi experiencia como madre. Además, me encanta ser mamá de dos cuando veo cómo el lechón babea de amor por su hermanito, le besa a todas horas, y le declara su amor a "el bebecín" -así le ha bautizado- una media de tres veces al día. ¡Qué bonitos son!

martes, 18 de septiembre de 2012

Tranquilo y trabajador

El lechón empezó en su nuevo y no muy flamante cole el pasado lunes. Estamos muy contentos porque, en el último momento y después de mucho insistir, conseguimos plaza en el cole público que queríamos, que está muy cerca de casa, es bilingüe, y tiene fama de ser el mejor de nuestra zona. Manuel ha ido muy contento desde el principio, y me enorgulleció muchísimo ver como afrontaba su posición de "el nuevo" con un aplomo impresionante el primer día, entrando en la clase sin mirar atrás, seguro de sí mismo y sin un sólo puchero. Tenía ante él a veinticinco niños que ya se conocían, un nuevo espacio y una nueva profesora. Pero por suerte, eso no le provocó miedo ni vergüenza sino más bién impaciencia y excitación. ¡Bién por él!

Un par de días más tarde fuimos a hablar con su profesora para que nos explicara algunos pormenores del colegio. Nos quedamos de piedra cuando la maestra nos dijo que Manuel se estaba adaptando  muy bién, y que era un niño muy tranquilo y trabajador... Yo intenté disimular mi sorpresa y sonreí como si llevara toda la vida escuchando cosas así sobre mi angelito... y el papá ejemplar reprimió las ganas de gritar "tomaaaaa". Espero que la profe tarde mucho en descubrir la otra cara del lechón.  ¡Disfrutemos mientras tanto del momento!

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Adios al verano


Termina el verano de 2012, seguramente uno de los más especiales de nuestra vida. Antes de que acabe del todo y la ruitina del nuevo curso me abduzca, quiero recordar lo que ha sido.

El verano en que nos convertimos en familia de cuatro, con la llegada a nuestras vidas de Julio.

El verano en que el lechón aprendió a nadar.

El verano en que recibimos una visita muy especial de nuestros amigos de Bali, que nos hizo pasar muchos y muy buenos ratos.

El verano de los Juegos Olímpicos de Londres, en los que la Selección Española de Baloncesto nos hizo vibrar y sufrir hasta el final...

El verano en que visitamos L'Oceanographic de Valencia y el lechón descubrió una nueva pasión: los tiburones.

El verano en que aprendimos juntos a distinguir si el llanto de boquerón es por hambre, por sueño o por gases. Es increíble que Manuel sabe identificarlo casi tan bién como su mami, y seguramente mucho mejor que su padre.

Un verano marcado por la Prima de Riesgo, el rescate bancario, los recortes de Rajoy y, si nadie lo remedia, parece que el verano en el que despedimos, tal vez para siempre, el Estado del Bienestar.

El verano en que el lechón descubrió su pasión por el pulpo, las gulas, las gambas y los chopitos. Todo un sibarita está hecho mi niño.

El verano en que babeamos juntos con las primeras y adorables risas del boquerón.

El verano en que Manuel me pidió que nos casáramos, y también que nos vayamos de Luna de Miel. Yo por supuesto le dije que sí, y cuando le pregunté a dónde quería que nos fuéramos de viaje me dijo: "A la montaña rusa del parque de atracciones". Pues es un planazo, no?

sábado, 1 de septiembre de 2012

Braquicefalia y Plagiocefalia

En la revisión de los dos meses, además de pinchar al pobre Julio tres veces y hacerle llorar una barbaridad, la enfermera confirmó mis sospechas de que al boquerón se le estaba deformando un poco la cabecita, quedando aplastada por la parte de atrás. Aunque me dijo que no debía preocuparme, sí me recomendó unos ejercicios para movilizar el cuello del pequeño y así asegurarnos de que este aplastamiento no fuera debido a una tortícolis congénita, y también para ir corrigiéndole poco a poco la postura. Ella identificó el trastorno como "Plagiocefalia", que es la malformación del craneo debida a la continua presión sobre uno de los lados de la cabeza. Esto sucede porque el bebé tiene preferencia, por ejemplo, por mirar hacia la izquierda, y al apoyar la cabeza siempre sobre ese lado, acaba creciendo de forma anómala y, dicho vulgarmente, torcida. La enfermera me dijo también que le pusiera boca abajo un ratito todos los días, aunque no le guste, para que vaya fortaleciendo un poco esa musculatura. Me indicó que volvería a valorarlo en la revisión de los cuatro meses, y de no haber mejorado, me enviarían al neurólogo para ver si era necesario ponerle un casco. El pediatra, por su parte, que no era la de siempre sino un sustituto veraniego, no le dió mayor importancia al asunto y nisiquiera me comentó nada al respecto. Sin embargo, a mí el tema me tenía mosqueada porque lo del casco me pone los pelos de punta.

Yo ya me había fijado un par de semanas atrás en ese aplanamiento de la cabecita por detrás y sabía que no era así su forma natural cuando nació, sino que el aplastamiento se había producido con el paso de los días, al pasar muchas horas tumbado boca arriba.


Me puse manos a la obra a hacer los ejercicios tres o cuatro veces al día, así como a intentar corregir su postura obligándole a girar la cabeza también hacia el lado derecho, cambiándole la orientación en la cuna, poniéndome siempre a su derecha, y con mil una artimañas para conseguir que su cabecita fuera perdiendo esa forma tan fea que había cogido. Y lo cierto es que pasaron varios días y no veía yo mejoría, así que, en mi infinita impaciencia, me puse a consultar a "San google" para ver si había algo más que se pudiera hacer. Así fué como descubrí una página web con información muy completa sobre las deformidades craneales de los bebés, sus causas, como prevenirlas, etc... Se llama www.infocefalia.com, y leyéndola he descubierto que lo que tiene Julio es más bién "Braquicefalia", ya que el aplastamiento se produce en la parte posterior del cráneo sin percibirse mucha diferencia en los laterales. Y también en esta web descubrí que existen cojines con los que se puede prevenir y corregir el trastorno en los primeros meses de vida e incluso, según dicen, hasta el primer año. Me leí toda la información sobre el cojín Mimos, y también busqué información en otros foros sobre el artículo en cuestión. Me convenció lo que decían las mamás que lo habían usado, así que lo compré y al cabo de un par de días lo teníamos en casa. Lo cierto es que al abrir el paquete me pareció algo decepcionante el cojincito. Parece muy poca cosa para los 44 eurazos que cuesta... Desde que llegó lo estamos usando y se supone que redistribuye el peso de la cabeza del bebé para que la presión sea uniforme y así el cráneo no se deforme o, en casos como el de boquerón, se vaya redondeando.

Han pasado solo cinco días, así que es pronto para valorarlo, pero la verdad es que a Julio se le ve muy cómodo durmiendo sobre su nueva almohada.

sábado, 18 de agosto de 2012

Sinceridad

No se si será la falta de sueño, las 24 horas al día juntos, la maternidad al cuadrado, o todo a la vez, pero estos días tengo con lechón muy poquita paciencia. Su papá en cambio tiene más que nunca así que es una suerte para todos que compense mis gruñidos con muchas horas de juegos y algo de calma.

Lechón se venga de mí con frases como ésta en un momento de cariño marternofilial en el sofá:

Mami dice: "te quiero"
Lechón: "yo también te quiero mami, y al hermanito más... Digo no, a tí y a Julio os quiero lo mismo... Pero a papi más eh!" y añade, por si no me había quedado claro: "A papi le quiero más que a ti y al hermanito"

Sinceridad ante todo

jueves, 9 de agosto de 2012

Lactancia mixta: Ventajas y Desventajas

Como os comentaba, estoy alimentando a boquerón con un híbrido entre lactancia materna y artificial que recibe el nombre de lactancia mixta. Este tipo de lactancia se puede llevar a cabo de distintas maneras: bien alternando tomas de leche materna y tomas de leche de fórmula, o bien ofreciendo en cada toma primero el pecho y después el biberón. En mi opinión la segunda forma es la mejor, ya que ofrece al bebé en cada toma los beneficios de la lactancia materna, y además no compromete tanto la producción de leche de la madre.

En todo caso, no hay que engañarse y la lactancia mixta va a provocar una disminución en la producción de leche de la madre, y una vez que ésto empieza es muy difícil dar marcha atrás. Es posible además, que el bebé se acostumbre a la facilidad con la que saca la leche del biberón, se haga comodón y decida mamar cada vez menos, lo que daría al traste con la lactancia materna.

Desde que empecé con los bibes, éste ha sido mi caballo de batalla y he tratado de ser muy disciplinada y ofrecer al bebé, siempre siempre,  el pecho primero, y asegurarme de que lo vacíe completamente antes de darle el bibe (o, de lo contrario, sacar el sobrante con un sacaleches). Además, para paliar en algo el riesgo de que el bebé renuncie al pecho, compré biberones especiales para la lactancia mixta, con una forma más parecida a la de la mama que los bibes normales, y que le obligan a succionar de forma muy parecida a como lo haría con el pecho. Los hay de varias marcas, los que yo tengo son de Tommee Tippee y me están gustando mucho. Por ahora boquerón acepta pecho y bibe con el mismo entusiasmo, aunque  se enfada cuando lleva más o menos quince minutos en el pecho y vé que la leche empieza ya a escasear.

Pese a estos riesgos, en los casos en los que la producción de leche es justita, la lactancia mixta ofrece para la madre (no tanto para el niño admitámoslo) algunas ventajas:

- Permite "compartir" la lactancia y que el padre colabore de una forma más activa en la crianza del bebé, de forma que se forme un vínculo con el papá desde bién pequeñito.
- La leche de fórmula tarda más en digerirse y provoca en el bebé una mayor sensación de saciedad, así que ofrecer un biberón después de la teta, aumenta el tiempo entre tomas lo que supone un pequeño descanso. En mi caso, mientras las tomas eran cada hora y media con lactancia materna, se han espaciado a tres horas o más al incorporar el bibe. Y por la noche ha pasado de estar la noche entera sin soltar la teta a dormir unas cuatro horas del tirón.
-Permite tener dos opciones a la hora de calmar al bebé cuando llora: pecho o bibe. Hay veces que, si tiene sed, calor o solo mimos, se queda muy feliz con el pecho y casi no necesito darle después el bibe. Sin embargo, si han pasado más de tres horas desde la última toma y tiene mucha hambre, el bibe le deja mucho más satisfecho.

Pero no hay que obviar las numerosas desventajas de la lactancia mixta, que superan con mucho a las primeras:

-El precio y los costes "logísticos": biberones, leche de fórmula, esterilización, preparación... sin duda esta opción es mucho más engorrosa y cara que la lactancia materna.
- Las tomas son eternas, ya que a la media hora o más de pecho hay que sumarle el bibe, con su preparación e ingesta, y nos ponemos en una hora o a veces más.
- La leche de fórmula se digiere peor, provoca más estreñimiento, regurgitaciones, gases, cólicos, etc. Nosotros ya hemos sufrido unas cosas y otras, y el pobre boquerón lo pasa fatal con los gases, le cuesta mucho hacer caca y regurgita bastante después de las tomas.

Sin duda, y como os decía en el anterior post, la mejor opción es la lactancia materna exclusiva, y me encantaría tener la capacidad de alimentar a mi hijo exclusivamente con ella. Pero cuando no se puede, la lactancia mixta es una opción que, bién llevada, puede permitir a la madre y al bebé descansar un poco más mientras no renuncian del todo a los beneficios de la lactancia materna.

viernes, 27 de julio de 2012

Divagando sobre lactancia materna y alimentación infantil

Estos días en que me paso la vida alimentando a boquerón con una lactancia mixta que me trae algo loca, me pregunto por qué hay tanta información en Internet sobre la lactancia materna y tan poca, en cambio, para las que escogemos la lactancia mixta porque no podemos, o no queremos, alimentar a nuestro hijo exclusivamente al pecho.

Y también, mientras trato de leer sobre la alimentación "mitad y mitad" me sorprendo con una curiosa averiguación. La lactancia materna es un tema que hace correr ríos de tinta en blogs, publicaciones médicas y no médicas, foros, etc. En todas partes leo que es lo mejor para la mamá y el bebé, que refuerza el vínculo entre ambos, mejora las defensas del bebé frente a infecciones, es la alimentación más completa hasta los seis meses, ayuda a la madre a recuperarse mejor tras el parto y no sé cuántas cosas más. Y estoy segura de que es cierto, me lo creo a pies juntillas, no solo por lo que leo, sino porque además en la Sanidad Pública se encargan de reforzar este mensaje: matronas, enfermeras y pediatras, además de numerosos carteles en las maternidades y centros de salud, animan a las mamás a dar el pecho en exclusiva a los bebés hasta los seis meses. Y está muy bién que se vele por la salud de los pequeños, por su derecho a la alimentación más saludable, y que en aras de ella se nos insista en practicar la lactancia materna.

No obstante, a mí me llama la atención que tanta insistencia se limite casi solamente a esta etapa y no haya después una continuidad para lograr que los niños tengan la mejor alimentación, la más sana y equilibrada, durante TODA su infancia. No veo carteles, ni artículos, ni mensajes que hablen de la necesidad de que los niños coman fruta y verdura a diario, de limitar el consumo de bollería industrial, azúcares refinados, grasa animal... de educar a los niños para que en el futuro sepan comer. Más allá del año de edad, en las revisiones apenas se habla de alimentación, los pediatras y enfermeras no se preocupan de qué comen los niños, no hay "talleres" (como los de lactancia) para ayudar a los padres a dar a sus hijos una buena dieta, y en suma, no hay una campaña explícita a favor de una alimentación saludable en la infancia. O al menos yo, como madre de un niño de cuatro años, no la veo. Y teniendo en cuenta el preocupante aumento de la obesidad infantil en en España (el 19 por ciento de los niños la sufren, superando ya los índices de Estados Unidos), ya es hora de que la pongan en marcha con tanto ahínco como la que promueve la lactancia natural.

Tanto ahora como cuando nació el lechón, no puedo evitar sentirme un poco como una madre "de segunda" por no ser capaz de practicar la lactancia materna "con éxito". Es un término que se utiliza a menudo en muchas afirmaciones del tipo... "Para llevar a cabo una lactancia materna exitosa no hay que ofrecer al bebé chupetes ni biberones"... Parece que si no tienes "éxito" eres entonces un "fracaso" como madre. Dicen además que todas las leches maternas y todos los pechos son buenos y capaces de alimentar al bebé. Mi experiencia, y también las conversaciones como muchas otras madres, me dice que no siempre la teoría se cumple y que no todas somos capaces de alimentar a nuestros bebés solo al pecho, por mucho empeño y cariño que pongamos en el intento. Y eso no nos hace peores madres.

Otro día os explico las ventajas que he encontrado en la lactancia mixta (y también sus desventajas).

martes, 17 de julio de 2012

Partos públicos y privados

Allá por el mes de mayo escribí sobre cómo quería que fuera mi parto y sobre mis dudas a la hora de elegir el hospital en el que dar a luz. Como os decía allí, buscaba la manera de tener un parto respetado, humano y todo lo natural que fuera posible.

Después de darle muchas vueltas, mi duda se resolvió sola porque la elección me la pusieron en bandeja mi ginecólogo y su arrogancia. Tras la visita de la semana 34 decidí que mi barriga no se iba a pasear más hasta aquella consulta, y que no iba a ser él quien ayudar a nacer a Julio. Os parecerá una tontería, pero me indignó un comentario suyo sin importancia en el que me trató como a una niña pequeña que no conoce su cuerpo ni sabe la diferencia entre una contracción y una piruleta. Y como no estaba dispuesta a que, de nuevo, me tratara así durante el parto, decidí cortar por lo sano y no volver. Por suerte ya estaba haciendo el doble seguimiento con este ginecólogo privado y también en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda, público, así que por eliminación me quedé con este último.


Y solo tengo buenas palabras sobre la atención en este hospital, tanto en lo que se refiere al seguimiento del embarazo como, sobre todo, en la asistencia al parto. Yo que desde niña he sido educada en la creencia de que todo lo público es de peor calidad, mientras a lo privado se le presuponen las bondades, me he visto obligada a cambiar de opinión radicalmente.
Por muchas razones que ya conté aquí, mi primer parto fué una pesadilla. El expulsivo especialmente, fué un cúmulo de despropósitos, y me sentí empequeñecida, en un frío quirófano rodeada de desconocidos que me daban órdenes y hasta me reñían. No dejaron entrar al papá hasta el último momento, así que me sentí sola, desbordada por la situación y muy perdida. El resultado fueron pujos ineficaces que no ayudaban a nacer a mi hijo, que al final salió con forceps, mientras yo sufrí una enorme episotomía con desgarro, gran pérdida de sangre y un postparto espantoso.

El día que Julio vino al mundo fué muy diferente. Las matronas del Hospital Puerta de Hierro me hicieron sentir segura, respetada y dueña de la situación. Me pusieron una monitorización sin cables para que pudiera moverme por la habitación durante la dilatación. Los dolores de las contracciones no mejoran porque te traten con respeto, pero lo que sí es cierto es que sentirte fuerte te ayuda a llevarlo mejor, a no tener miedo. Pedí la epidural cuando ya no podía soportarlo más, y una vez más descubrí que no es ni mucho menos milagrosa, porque seguí sintiendo dolor, aunque un poco amortiguado. La matrona no rompió la bolsa artificialmente, estuvo pendiente de mí pero dejándonos también nuestros momentos de intimidad. Incluso el ambiente del paritorio, un lugar mucho más amable y parecido a una habitación, el hecho de poder estar acompañada por el padre en todo momento, son pequeñas cosas que me ayudaron a parir con naturalidad, a soportar los dolores sin miedos, y a ser capaz de colaborar mejor en el momento del expulsivo. Así que cuando, después de unas tres horas de dilatación llegó el momento de empujar, mi cuerpo respondió bién y en cuatro pujos mi bebé nació sin complicaciones, ni broncas del médico, ni forceps, ni episotomía. Sólo una matrona, una enfermera, papá ejemplar, y yo. Un nacimiento tan emocionante y tan feliz que todavía tiemblo al recordarlo.

lunes, 9 de julio de 2012

Hermanos

Estamos viviendo tantas cosas nuevas, tantas emociones, en estos primeros días de tener a Julio en casa, que no sé muy bién por donde empezar. Me gustaría ser capaz de plasmar aquí esas sensaciones, pero no es fácil. Ser mamá de dos es una aventura extraordinaria y agotadora, pero sobre todo emocionante. Hay veces que simplemente me dejo llevar por el trajín cotidiano y no me doy cuenta, pero esta vez, a diferencia de cuando nació Manuel, estoy intentando pararme de vez en cuando para darme cuenta, para disfrutar de los pequeños milagros que ocurren en esta familia que acaba de dar un vuelco. Trato de no pensar en el cansancio y en la falta de sueño para centrarme en lo hermoso y a la vez pasajero de esta nueva etapa que vivimos.


Los momentos más especiales, y que quiero atesorar para siempre en algún rinconcito de mi alma, son los que protagoniza Manuel como hermano mayor. Por ahora no hemos visto ni rastro de celos en su actitud, y sí en cambio un enternecedor afán protector de hermano mayor, mucho cariño y, sobre todo, muchos besos. Pese a que lo primero que dijo cuando vió a su  hermanito recién nacido en el hospital fué: "huele muy mal", después de la llegada a casa de Julio, Manuel nos ha sorprendido a todos siendo el hermano más cariñoso que podáis imaginar. Se pasa el día dándole besos y caricias, se preocupa si llora, le pone el chupete, me llama a gritos diciéndome "mamiiii, que el hermanito quiere tetaaaaa". Ni siquiera protesta cuando le digo que no puedo jugar con él porque tengo que dar de comer al hermanito, o cuando tiene que esperar a que Julio termine de mamar para que le dé el desayuno. E incluso está mucho más besucón y cariñoso con el papá ejemplar y conmigo. Crucemos los dedos para que dure.

Ayer tuvimos uno de esos momentos "muero de amor". Manuel se estaba despidiendo de mí y de su hermano porque se marchaba a la playa con su abuela, tía Catia y prima Elena. De mí se despidió como si tal cosa, pero a su hermano le dió un beso muy sentido en la mejilla y le susurró al oído: "te voy a echar de menos, chiquitín"

miércoles, 27 de junio de 2012

Julio vino al mundo

Así se llama. Julio. Y vino al mundo el pasado 19 de junio, hace hoy una semana.

Espero que todo en su vida sea tan fácil y suave como su llegada. Y ojalá que sea también igual de bonito y de lleno de amor. Otro día contaré aquí el parto, pero hoy quiero detenerme un poco en mi hijo y no hablar de médicos ni hospitales.




Julio es un bebé tranquilo y tragón. Necesita mucho contacto piel con piel y ahí estoy yo para darle todo el que necesite. Es tan pequeñito como yo no recordaba, pero tiene manos sorprendentemente largas.  Tiene mucho pelo, y se le queda de punta y los ojos casi azules... por poco tiempo. Me robó el corazón desde el mismo momento en que salió de mi cuerpo, y no lo ha soltado desde entonces. Julio me ha llenado de alegría, de sensaciones recobradas y otras nuevas que nunca sentí la primera vez. Sentarme en el sofá a darle el pecho teniendo al otro lado a su hermano mayor me parece ahora la definición exacta de la Felicidad.

Bienvenido al mundo, boquerón. Gracias por hacer tan feliz a tu mamá.

miércoles, 6 de junio de 2012

Mi niño de cuatro años

Mi niño de cuatro años es atrevido y curioso. Se relaciona increíblemente bién con niños y niñas de todas las edades, mientras con los adultos saca las uñas a la mínima. No es que sea vergonzoso, pero enseguida muestra su peor cara cuando hay mayores alrededor, y es aún peor si los mayores íntentan, ilusos, demandar su atención . Me cuesta horrores que salude con naturalidad, que diga gracias y por favor, y casi he renunciado a que dé besos porque eso es ya misión imposible. Cuando está de buenas, en cambio, es capaz de mostrar su lado más gracioso y no tiene problemas en pedirle al camarero un vaso de agua o preguntarle con mucho morro si tienen patatas fritas. ¡El interés le quita la vergüenza! Estamos trabajando en ello...

Mi niño de cuatro años se pirra por los dinosaurios, y está (mos) aprendiendo muchísimo a cerca de las distintas especies, la época en la que vivieron, el lugar donde se encontraron sus restos, lo que comían o su tamaño. Le encanta que le lea sus libros de dinosaurios, y también que veamos en el ipad de papá esta fantástica página, Dinoguía, con fichas muy detalladas sobre cientos de especies diferentes. Estamos los dos para vernos, metidos en la cama con el ipad en la mano... pero mi niño pertenece sin duda a la generación digital.

Mi niño de cuatro años es bastante trasto en el cole y su profesora se queja de que no logra captar su atención. Quiere jugar constantemente, no hace caso a lo que le preguntan y rompe el ritmo de la clase, dice tonterías para hacer reír a sus amigos. Desde luego, parece que le funciona porque es muy popular en su clase. Celebramos su cumple el pasado sábado y vinieron más de la mitad de los niños de su clase, incluidos dos de los más mayores, que tienen ya cinco años. No me hace ninguna gracia que se porte tan mal y estoy tratando de encontrar alguna estrategia para corregirle, ¿alguna idea?

Mi niño de cuatro años por fín come fruta y verdura, y ésto no creía yo que podría decirlo hace un añito nada más. Le encanta el brócoli, las judías verdes, el puré de espinacas, el tomate y las zanahorias crudas. También le gusta la sandía, las fresas, y de vez en cuando algún plátano y manzana, aunque con la fruta es más selectivo. Después de pasar sus tres primeros años sin apenas probar la fruta y tomando la verdura exclusivamente en puré, me siento orgullosa de haberle hecho pasar por el aro por fin, con mucha insistencia y paciencia, porque enseñar a comer a un niño es regalarle salud para toda su vida.

Mi niño de cuatro años quiere casarse con su mami, con Blum (una de las hadas de las Winx) y con Rapunzel (el orden es aleatorio según el día).  A esta lista de amores se puede añadir alguna niña de su clase de vez en cuando. Me dice que me quiere casi todos los días, me dá abrazos y besos sin que tenga que suplicárselo como antes, y en general está pasando por un momento absolutamente adorable en lo que a mami respecta. Aunque sigue estando loco por su padre también, lejos quedan aquellos oscuros días de "papi mejor" que tan mal me lo hicieron pasar. Cuando se porta mal y me enfado con él, llora amargamente y me pide que le abrace... el muy zalamero, y claro, me deshago de amor.


Mi niño de cuatro años quiere ser "paleontogolo", aunque como siga siendo tan buen estudiante para mí que no va a llegar ni a aprendiz. Está tan entusiasmado con los dinosaurios que desde que ha descubierto que hay una profesión basada en encontrar fósiles de sus animales favoritos, lo de aspirante a superhéroe pasó a la historia.

Pero como los preparativos de la fiesta llevaron su tiempo, mi niño de cuatro años tuvo el sábado una fiesta de cumpleaños de superhéroes, porque la organización del evento había empezado antes de que decidiera hacerse "paleontogolo". La fiesta fue un éxito: muchos niños, muchos gusanitos, muchas chuches, piñata,  tarta, y sobre todo muchos más regalos de los que necesita.

Mi niño de cuatro años va a ser todo un hermano mayor en menos que canta un gallo. Su mami va a dejar de ser para él en exclusiva y me temo que será muy pronto.

martes, 29 de mayo de 2012

Diciendo adiós al "uniquismo"

Todos los días lo pienso en algún momento. Me sorprendo diciéndome, "ésto no volverá a ser así cuando nazca el bebé". Sé que van a cambiar muchas cosas cuando el lechón deje de ser hijo único. Me apena un poco saber que tendré menos tiempo para él en exclusiva, aunque a la vez sé que le vendrá de maravilla perder algo del protagonismo que ahora acapara sin competencia. No puedo evitar vivir estos últimos días antes del parto como una auténtica despedida. Esos ratos nuestros, tan íntimos, en los que nos hacemos arrumacos sin prisas, sé que no serán ya igual cuando haya un boquerón demandando también la atención de su mami. Leerle un cuento dejándole que me interrumpa setecientas veces porque no es capaz de escuchar callado dos minutos seguidos, sentarme en el suelo a jugar a dinosaurios, plastilina o lo que él quiera...

Ayer tuve que ir a buscarle al cole porque le subió la fiebre. Estamos los dos malitos en casa, con un catarro que no sé quien tuvo primero, pero que seguramente se lo he contagiado yo a él porque estos días le beso y le abrazo incluso más de lo habitual. Siento que seguramente días como hoy, los dos solos, no se repetirán en este futuro incierto que nos espera, y sé que es para empezar una etapa mejor, una familia más completa, que el lechón disfrutará de su nuevo papel de hermano mayor, con el compañero de juegos que tanta falta le hace... Todo eso es verdad pero cerrar un ciclo también me cuesta, y cruzo los dedos esperando que mi niño aprenda a renunciar, en parte, a estos ratos a solas en los que tanto disfrutamos.

viernes, 18 de mayo de 2012

Donde crecen las galletas

A la vista de la escena de la imagen, le digo al lechón:  "Mira Manuel, una amapola, a que es bonita?"                                                                    A lo que contesta:                                                        Manuel: "Si, y mira mami, ahí es donde crecen las galletas de papi"
Habilidades que indica semejante disparate
1. Memoria fotográfica para recordar la foto de la caja de las Digestive del desayuno.
2. Inteligencia para saber que mami no hace galletas, ni creo que las haga jamás. Ni falta que hace ¡crecen en las plantas!


sábado, 12 de mayo de 2012

Pensando en el parto

Nunca acabé de relatar aquí mi primer parto, seguramente porque no me sentí con fuerzas ni con ganas de hacerlo. Lo cierto es que después de contar con detalle la primera parte, no quise entrar a relatar un expulsivo bastante duro, doloroso y frustrante, que no fue ni mucho menos lo que yo esperaba. Me hubiera gustado sentirme en el parto más acompañada y más respetada. No dejaron que el papá ejemplar entrara en el paritorio hasta casi el final, y yo le necesitaba conmigo más que nunca. Me pusieron la epidural demasiado tarde, a causa de la mala atención por parte de las matronas, lo que me dejó sin fuerzas para los pujos y, como consecuencia, el ginecólogo se vió obligado a usar los forceps y yo tuve un desgarro y una episotomía como una plaza de toros. En resumen, el Hospital Montepríncipe de Madrid deja mucho que desear en lo que se refiere a maternidad y no se lo recomiendo a nadie.


Este embarazo parece que está durando infinitamente menos que el primero. Estoy mucho más atareada y sin tiempo para pensar en la criaturita que crece dentro de mí, más consciente de lo que me espera, y tal vez por ello, mucho menos impaciente por que llegue su nacimiento. Ahora que estoy en la recta final, me queda un solo un mes, empiezo a pensar en cómo me gustaría que fuera el parto. Me dijeron hace cuatro años que había tenido un parto precipitado y que era muy probable que se repitiera en el segundo. De ahí que dilatara completamente en poco más de dos horas y que a las matronas "se les pasara" explorarme antes de ponerme la epidural... Me enfrento al segundo parto con más información y sabiendo más lo que quiero. Y eso es bueno y malo, porque cuando te pones a buscar información sobre hospitales y partos cada uno cuenta la historia según le fué, e igual que yo tuve una pésima experiencia en el Montepríncipe, tal vez a otra chica le salió a pedir de boca y lo recomienda con los ojos cerrados... Pero ésto no es elegir un hotel para las vacaciones, que te puedes fiar de las opiniones en tripadvisor y luego si metes la pata tampoco es tan grave...

En enlaces cómo éste, me he informado sobre los derechos que tiene una mujer en el momento de su parto, y me doy cuenta de hasta qué punto se los saltaron conmigo. Veo también que hay ciertos centros donde se aplican protocolos de parto respetado, también llamado parto humanizado (y digo yo, que menuda redundancia, pocas cosas hay más humanas que un parto), en los que los deseos de la madre son lo primero, te permiten dilatar en la postura que prefieras, no se utiliza medicación sin el consentimiento informado de la madre, y se procura seguir los ritmos que marca la naturaleza con las menores interferencias posibles, no oxitocina, no episotomía por rutina, no rotura de la bolsa, no monitorización interna... Y luego hay opciones como la del parto en el agua en la clínica Acuario, que tiene una pinta fantástica pero cuesta un ojo de la cara, o bién otras más estrambóticas como lo del parto en casa, que a mi juicio es una irresponsabilidad, hoy por hoy, correr riesgos innecesarios.

El parto es una experiencia que se recuerda siempre, y es curioso cómo cada vez que saco este tema frente a otras madres, no importa de qué generación sean ni cuántas veces hayan parido, aquello se convierte en un gallinero y nos ponemos todas a hablar de nuestros partos respectivos con la misma pasión con que ellos cuentan las historietas de la mili. Estoy dándole vueltas e informándome y tengo la cabeza como una batidora... así que espero elegir bién esta vez, tomar la decisión correcta para tener un parto lo menos intervenido posible, espero no volver a sentir cómo se me va de las manos, y encontrarme apoyada y segura en un lugar donde nos den, a mí y al boquerón, la mejor atención posible sin tratarme como a una menor de edad o una enferma, sino como a una mujer adulta, dueña de su cuerpo, y capaz de elegir cómo quiere que nazca su hijo.

domingo, 15 de abril de 2012

Achaques y remordimientos

Treinta semanas de embarazo y me siento ya como un elefante lleno de achaques. No sólo por el peso de una voluminosa tripa que hace que me pregunten amenudo eso de "ya te queda poco no?", sino porque la ciática y los dolores musculares me tienen medio inválida y cada día me levanto con una nueva molestia. Me arrastro de agotamiento, y eso que no duermo del todo mal teniendo en cuenta las dos veces que me levanto a hacer pis y que el boquerón me despierta a patadas a las ocho menos cuarto cada mañana, domingos incluidos. Ojalá tanta regularidad sea síntoma de que va a ser algo más razonable en sus horarios que su hermano mayor. A los achaques propios del tercer trimestre hay que añadir que nos hemos mudado de casa (sí, de nuevo y por tercera vez en dos años), y que mi trabajo, como el de casi todas supongo, es cada vez más exigente y complicado en estos tiempos de crisis. Y sé que la respuesta es tan fácil como pedir la baja por uno de mis mútiples achaques, olvidarme de todo y dedicarme a cuidarme, a vivir que son dos días, o al menos a disfrutar de algo de tranquilidad en estos dos meses que me quedan. Cuando le dije el otro día al ginecólogo que me duele la ciática me dijo que lo que tenía que hacer era nadar. Ja!¡Nadar1 Nada más, y nada menos... ¿Y eso cómo y cuándo lo hago? Por un lado, soy de secano y sé nadar lo justito para refrescarme en la piscina o en la playa entre vuelta y vuelta. Por otro, tengo el pelo largo, con lo que eso complica lo de la piscina y, por supuessto, ¡no tengo tiempo! La verdad, me gustaría seguir el ejemplo de tantas otras, compañeras mías de trabajo y conocidas que a a los seis meses de embarazo se quedan en casa sin remordimientos. Que no digo yo que no haya casos justificados, que haberlos haylos, pero me consta que en muchas ocasiones es una simple mezcla de cansancio y una pizca de cuento lo que lleva a darse de baja a muchas embarazadas. Y lo entiendo, vaya si lo entiendo, lo entiendo tanto que me apetece horrores hacer lo mismo, pero no puedo. Tengo un sentido de la responsabilidad, un pepito grillo que me impide dar el paso aunque termine los días con ganas de llorar de puro agotamiento, con dolores, cojeando y echa una pena. Y no pretendo que nadie se compadezca de mí, porque lo que tengo es fruto de mi decisión, y nadie me está poniendo una pistola en el pecho para que siga saliendo a trabajar todos los día. Pero a veces me guataría estar hecha de otra pasta, porque la que me ha tocado es un verdadero incordio.

viernes, 16 de marzo de 2012

¿Porqué solo hay dos cosas?

Estábamos en la cama, en esos escasos cinco minutos en los que, con la luz apagada, nos hacemos arrumacos antes de despedirnos. Hay noches que tiene pocas ganas de cariños y que solo quiere jugar y otras, como ésta, en la que el amor se le sale a mi lechón por todos los poros. Y después de darme un enorme abrazo, acurrucarse a mi lado, darme besos y un sentido "te quiero mami", va y me dice.
- "Mami, ¿porqué solo hay dos cosas?"
- ¿dos cosas para qué?
- "Dos cosas de hacer. Solo hay besos y abrazos."
Yo, muerta de amor y de ternura: "bueno, se pueden hacer también cosquillas, caricias... "
- No, pero yo digo de mimitos, que solo hay dos cosas.
Y entonces le tuve que explicar que hay muchos tipos de besos, los besos de mariposa, los de esquimal... Pero entendí perfectamente lo que sentía, que hay veces que el amor es tan, tan grande, que parece que los besos y los abrazos sean muy poca cosa.

miércoles, 14 de marzo de 2012

El payaso de la clase

Reunión de fin de trimestre en la Escuela infantil. Las profesoras del lechón me dicen, sin miramientos, que Manuel es un payaso absoluto, que no se centra ni se esfuerza, que se dedica a intentar llamar la atención y hacer reír a sus compañeros. Intentan encauzarle: retirada de atención cuando se pone a hacer el ganso y refuerzo positivo cuando hace bién las cosas, pero me dicen que él lo que busca es el refuerzo en las risas de sus compañeros, y que eso sí lo suele conseguir, porque resulta que les hace gracia.

Creo que si me hubieran dicho que es tonto no me lo hubiera tomado peor. Siempre me ha sacado de quicio el ganso, payaso, bufón, graciosillo de la clase. Seguramente me horroriza tanto porque mi rol, mi personaje, mi papel en la infancia y adolescencia era el de la empollona, responsable, madura, seria, aburrida y muy sensata delegada de curso, y normalmente era el blanco de las burlas de ese otro personaje que ahora resulta que mi hijo de tres años están opositando a ser.

Y lo mismo me paso, que solo tiene tres años y no vamos a encasillarle todavía... pero ya como admito en la cabecera de este blog, soy doña angustias.

Tiene tela lo del Karma.

domingo, 11 de marzo de 2012

Escarlatina!

El lechón ha tenido escarlatina esta semana. ¿Qué os parece? A que suena como el tifus, la malaria o algo peor... pero por suerte no es tan grave. Lo primero que me vino a la mente cuando la pediatra me dijo lo que era fué el libro de "Mujercitas", que tantas veces he leído, en el que una de las hermanas la sufre y de hecho se muere si no me equivoco. Pero en fín, gracias a los maravillosos antibióticos, resulta que en este primer mundo del 2012, la escarlatina es una infección bacteriana de lo más corriente y moliente, y con el tratamiento adecuado se cura fácilmente en pocos días.

Los síntomas son los mismos que unas anginas, pero aderezados con una buena porción de ronchas rojas tipo prurito por el cuerpo y, sobre todo, en la cara. Manuel tuvo solo unas décimas de fiebre, sin llegar siquiera a 38º, y lo que me alarmó fue el repentino color rojo de su piel, que además le picaba un montón. El tratamiento con antibiótico dura la friolera de 10 días, así que, aunque ya está más que recuperado, aún nos queda un bote entero de amoxicilina. Ha estado tres días sin ir al cole, y una servidora ha tenido que hacer malabarismos y hasta faltar al trabajo para cuidarle. Es verdad que en 2012 hay toda clase de avances sanitarios para curar las enfermedades infantiles, menos mal!. Solo falta que alguien invente mamás y papás con el don de la ubicuidad o, más fácil, empresas en las que se fomente, de verdad, la conciliación familiar.

Atizar árboles con un palo es una actividad de lo más reconfortante,
y muestra de la total recuperación del lechón

miércoles, 22 de febrero de 2012

Ocurrencias


Qué dura es a veces la sinceridad de un niño de tres años. Hoy vamos por la calle al salir del cole, el lechón ve a un señor con bigote y exclama en un tono de voz como para que le oyeran desde Murcia:
-¡Mira qué feo mami!! acompañado de un inequívoco dedo acusador hacia el buen hombre que, la verdad, guapo no era, pero tampoco tan feo como para ponerse así...
Y yo, sin saber dónde meterme, miro al hombre con cara de circunstancias mientras reprendo a Manuel en plan "eso no se dice" y él, comprensivo, contesta, "la espontaneidad de los críos".
Vaya momento.

En Carnaval, con su traje de Pirata
Estaba hoy sembrado mi niño porque por la tarde, cuando estaba intentando explicarle que hasta las seis y media no encendía la tele con "sus dibujos":
-¿y cuánto falta para las seis y media?
- Mira, ves la aguja grandota, tiene que estar con la aguja pequeñita en el seis, y entonces será la hora de los dibujos.
Él se queda mirando el reloj fíjamente, y avispado como es advierte que para que eso pase falta una eternidad (media hora)
-Mami, pero es que este reloj va muy despacio. Tenemos que comprar uno que vaya más deprisa.
Yo, muerta de risa:
-Va a ser un poco difícil encontrarlo cariño
-No, mami, vamos al supermercado y lo compramos. Uno que sea superrapidísimo vale?
Y yo pensando, buena idea, a ver si así conseguimos que llegue antes el fin de semana...

miércoles, 15 de febrero de 2012

Elegir nombre

Ya estoy de 22 semanas y aún sin nombre para el boquerón. Y el pobre ya va teniendo tamaño de lenguado... Qué diferente este embarazo del primero. Con Manuel supimos enseguida el nombre que nos gustaba, estuve pendiente del embarazo, de los síntomas, de la preparación del cuarto del bebé, leí muchísimo sobre gestación y crianza... Se me hizo larguísimo, porque pensaba constantemente en las semanas que faltaban para verle la carita. Lo viví como una cuenta atrás hacia el parto.
Qué distinto ahora, cuatro años más tarde, que se me olvida de cuántas semanas estoy, e incluso olvido a ratos que llevo dentro un bebé, y parece que él lo sabe y quiere hacerse notar dando unas volteretas que me sobresaltan. Ahora que no tengo tiempo para preparativos y que me va a pillar el toro con toda seguridad. Ahora que mi boquerón no tiene nombre siquiera... El papá ejemplar y yo no nos ponemos de acuerdo. A mí me gustan un sinfín de nombres... que a él no le convencen, y él se ha agarrado a uno que a mí me espanta... y no se baja del burro. Lo  malo es que llegamos a un acuerdo antes de saber el sexo, y decidimos que él elegiría el nombre si era varón y yo si era niña... ¡Cómo se me ocurrió semejante tontería! ¿Alguna idea?

jueves, 2 de febrero de 2012

Mami, ¿tú qué quieres ser de mayor?

Tener hijos te transforma en muchos aspectos, en parte porque te hace recordar tu propia infancia, tener presentes detalles que habías arrinconado en el más oscuro rincón de tu memoria. Y también porque te obliga a ver de nuevo el mundo desde sus ojos entusiasmados y curiosos. Te invita a tener una nueva perspectiva de la vida, más nueva y refrescante. Con un niño como compañero de viaje nos transformamos en pequeños exploradores, que se sorprenden con las maravillas que encuentran a su paso, y así debería ser siempre.
También te obligan a contestar preguntas algo surrealistas que hace mucho tiempo que nadie te hacía: ¿a tí qué color te gusta?  ¿te gustan más las mariposas o las motos mami? y así hasta el infinito.
Esta mañana ha visto algo en la tele acerca de las profesiones y acto seguido me pregunta: "mami, tú qué quieres ser de mayor?" Primero le contesto en modo adulto aburridísimo, "yo ya soy mayor", pero ante su insistencia le digo que mi futuro soñado es "exploradora en la jungla y cuidadora de cachorritos de los leones". Parece que le gusta más. Él dice quiere ser astronauta, pero esta tarde ha cambiado de idea y quiere ser motorista.
Lo que quiera, menos político, lo que él quiera.

martes, 24 de enero de 2012

Nuevas rutinas

De rutinas, ritos y rituales está hecha nuestra vida, y qué importantes son, sobre todo en la niñez. A mi lechón le dan confianza, seguridad y aplomo, le ponen en su sitio, en su momento concreto, y le ayudan a manejarse. No es niño que ande por ahí a lo loco, improvisando, y le gusta saber qué tiene que hacer, qué viene después, qué es lo que toca. En ocasiones me pregunta, cuando me vé ponerme el abrigo para ir a trabajar, ¿y yo qué voy a hacer?,  o ¿con quién me quedo yo mami? y aunque la frase suene algo lastimera, no lo es en absoluto, solo es una búsqueda de información, de datos, interés por saber cuál es el plan que hemos previsto para él.

Desde que ha empezado este 2012 hemos hecho algunos cambios en sus rutinas, y hay que decir que ha sido mucho más fácil que en otras ocasiones, y Manuel ha demostrado mucha madurez para asumir los nuevos hábitos.

Por una parte hemos suprimido el biberón del desayuno. Oigo voces... Sí, supongo que alguna estará escandalizada por leer que un niño de tres años y medio siguiera hasta el mes pasado desayunando su bibe de cereales... y de hecho aún mantendremos el de después de cenar por algún tiempo. Aún a sabiendas de que es muy mayor para bibes, le gusta tanto, y se lo toma taaaan bién, que me ha dado pena deshacerme de algo que me facilita tanto la vida. Por fín desayuna leche con colacao y tostada o galletas con mantequilla... como un mayor, y se ha acostumbrado muy bién, pero todos los días hay que chantajearle un poco para que se termine el desayuno. Algo que no ocurre con las filloas (una que tiene sangre gallega) de los domingos, toda una celebración, que engulle de tres en tres mientras anuncia que "le están gustando mucho a mi tripita".

También hemos dicho adiós a la siesta en el cole, porque llegó un día que resultó obvio que no la necesitaba y se quedaba despierto por las noches hasta muy tarde. Es curioso ver cómo avanzan de un día para otro, sin que nos demos cuenta, y poco importa nuestra prisa para cambiar sus hábitos, ellos mismos tomarán la decisión de dar el siguiente paso cuando lo crean conveniente. Aún me sorprende que, con lo mucho que ha necesitado siempre su siesta sobreviva ahora sin ella tan feliz a diario. Le acuesto un poquito más temprano por la noche de lunes a viernes, y el fin de semana no renunciamos a practicar el sagrado deporte nacional toda la familia aunque eso suponga tener al peque en danza hasta casi las once.

A la hora de acostarse, hace ya algunos meses que se lava los dientes solito y se mete en la cama corriendo a la espera de que llegue mami con el cuento. Me gusta tenerle acurrucado a mi lado mientras intento leer, y digo intento porque apenas me deja con sus múltiples interrupciones y preguntas. Al terminar, me quedo cinco minutos a su lado con la luz apagada, y mientras nos hacemos mimos y arrumacos se oye la llave en la cerradura:
-¡Es papi! ¡Vamos a escondernos mami!, y nos metemos los dos debajo del edredón, muertos de risa anticipando lo que viene. Papi se acerca diciendo con voz grave "Donde está el lechón" y nosotros, a oscuras bajo las sábanas nos miramos diciendo ¡¡¡Ya viene!! Y entonces papi nos hace cosquillas alternativamente, primero a Manuel y luego a mí. Entre carcajadas él grita "noooo, ahora a mami, ahora a mamiiiii", y entonces voy yo, "papiiii a mi nooo a Manueeeeeel". Es sin duda el mejor momento del día. Risas y cariños para darnos las buenas noches.

martes, 17 de enero de 2012

Fantasías

Pese a todo fantaseaba con publicar en este blog la ecografía de hoy, a la que habría añadido con "photoshop" un lacito rosa en la cabeza, a imagen y semejanza de mi amiga y blogger, Mamen Infante, que tuvo la suerte de dar con la niña a la segunda. Tenía el nombre elegido, y era divino. Me quedaban pocas esperanzas pero me hacía muchísima ilusión lo de la niña, y secretamente me visualizaba sentada a su lado el día de Reyes abriendo la tan soñada casa de muñecas que a mí nunca me regalaron... y que yo me encargaría personalmente de que sus majestades trajeran a mi adorada pequeña, y sería la casa más cursi, aparatosa y llena de detalles frívolos que fuera posible encontrar en Madrid. Pensaba en encontrarle uso a muchas de las cosas que aún conservo: traje de novia, colección de "Barbies", ropa pasada de moda pero que "seguroquevuelve"... Y pensaba sobre todo en  mi relación con mi madre y en cómo yo tendría algo así con mi hija dentro de treinta y pico años.

Pero mi cabeza me decía que un niño era mucho más práctico, porque compartiría con el lechón juegos, aficiones, heredaría ropa, compartiría cuarto. Un chico es logísticamente más sencillo, y la razón me decía que era lo mejor para todos. Menos rivalidades,  menos conflictos, más complicidad....

Pues nada, que el año que viene le pediré yo a los Reyes la casa de muñecas... porque de camino hay otro niño!

lunes, 2 de enero de 2012

Movimientos fetales

Según lo que he consultado a "San Google", y también a mis dos libros de cabecera sobre el embarazo: el clásico "Qué esperar mientras esperas" y "Nueve meses de espera" (una guía sobre gestación, parto y postparto, muy recomendable escrita por la ginecóloga Josefina Ruiz), los movimientos fetales no son percibidos por la madre hasta la semana 17 del embarazo. Sin embargo, yo que he sido siempre muy precoz, sentí ayer por primera vez cómo una pequeña culebrilla se movía en mi abdomen, muy por debajo del ombligo... así que ese movimiento no viene del intestino. Mi pequeño boquerón, que así le hemos bautizado por el momento (en la última eco medía 6 cm y pensamos que al tamaño le iba bién el mote), se ha vuelto a mover esta tarde y ya no tengo dudas.

Me encanta esta etapa del embarazo. Es cuando realmente empiezo a sentir que un ser humano está creciendo dentro de mí, y es algo único. Ya no me caigo de sueño a todas horas y, aunque algo cansada, he recobrado parte de mi energía habitual. El lechón ya es cada vez más consciente de que "mami va a tener un bebé", y pregunta cosas adorables como ¿cuántos años va a tener?, ¿qué va  a comer? También quiso saber si va  a ser un hermanito o una hermanita, a lo que yo le respondí a la gallega, ¿tú que crees? y me dijo, muy seguro, que va a ser una nena. Todos a mi alrededor diciéndolo, "seguro que será niña", o lo que es peor, "cuando nazca la niña..." Y no sé no sé, ojalá se cumplan los buenos deseos, pero yo tengo el pálpito de que es otro niño. O al menos no quiero hacerme muchas ilusiones... ¿será por eso que le hemos puesto boquerón y no sardina?

Por cierto, Feliz 2012 a tod@s!
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