jueves, 29 de abril de 2010

Cosas maravillosas

Navegando aquí y allí he encontrado un blog que bién merece una visita. Se llama “1000 Awesome things” (1000 cosas maravillosas) y su autor tratan de hacer una lista (en inglés) de esas pequeñas, inesperadas, anecdóticas, cotidianas alegrías que nos da la vida: una canción que suena en el momento justo, el olor a pan recién hecho, un rayo de sol sobre la espalda en invierno… Las ideas más insospechadas caben en esta web, y hay algunas con las que coincido plenamente.

#995 encontrar dinero que no recordabas haber perdido (en una chaqueta, el abrigo del año pasado, o en ese bolsito que solo uso para las bodas, un clásico!)

#977 el olor a gasolina (lo sé, estoy enferma, a mí también me encanta, y también el de pegamento de contacto, los rotuladores permanentes, y las cerillas)

#973 dormir en sábanas limpias (ahhh! adoro ese momento, esa sensación fresca, cuando aún huelen a suavizante… y si son blancas y de algodón muchísimo mejor)

#970 usar el baño del hall de un hotel cuando estás haciendo turismo (Adoro los baños de los hoteles. Cuanto más lujosos, mejor. Estuvimos en Nueva York cuando estaba embarazada, y hacía pis cada media hora, así que creo que conocimos los baños de todos y cada uno de los hoteles de Manhattan)

La primera vez que conduces, estornudar tres veces seguidas, pelar una naranja de una sola pieza, tu almohada, el olor a cebolla frita (y a ajo!), recibir correo escrito a mano, dormir la siesta acompañado, un día de nieve… ¡Hay tantas cosas maravillosas! ¿Cuáles son las vuestras?

De las que he leído, mis favoritas son:

#520 cuando un bebé se queda dormido sobre tu pecho (si ese bebé es tu hijo, la alegría se multiplica)

#570 el abrazo de un bebé antes de irte (que si es tu hijo te hace salir por la puerta con una sonrisa que dura al menos hasta llegar al coche)

sábado, 24 de abril de 2010

Días primaverales

Estos primeros días de primavera estamos pasando mucho tiempo al aire libre, y Manuel está dando pasos de gigante en su desarrollo. No sé qué ha sido de mi bebé, porque el lechón se ha convertido ya en un niño muy movido, travieso, divertido, y con alma de explorador. En el parque es muy juguetón y sociable, le gustan los otros niños y busca su compañía. Le entusiasma que se suban varios al columpio, y grita "todos, todos", como si fuera un gran acontecimiento.
Tiene cierto imán para las niñas mayores, y aunque alguna se le resiste, como Carolina, la mayoría le persiguen y tratan de "cuidarle" quiera él o no. Pero con ellas es más delicado que conmigo y no se enfada ni las pega cuando le agobian.

El peligro no existe para él, y hay que estar con mil ojos para que no se pegue un trastazo. Aún así se los pega amenudo. Sin embargo, es un niño muy hábil y nada patoso, y aprende de sus errores, con lo que cada vez se cae menos. El lado negativo de esto es que cada día está más seguro de sí mismo y emprende nuevos retos más y más arriesgados. Se sube a columpios muy altos, porque está muy grande y llega sin problemas a lugares que son para niños de tres años o más. Yo trato de relajarme pensando que es normal, y que para aprender tiene que caerse, pero muchas veces no lo logro y me veo a mí misma como una madre insoportable que repite 150 veces diarias las palabras"despacio", y "cuidado".

En general tiene muy buen carácter, y salvo algunos días, en los que está para regalarle, es bastante bueno y fácil de llevar. Me encanta que sea sociable y que no tenga problemas a la hora de prestar sus juguetes. Tiene bastante empatía con los otros niños, y cuando alguno llora, él le presta enseguida su pala, o se acerca para darle un abrazo, y a mí me dan ganas de comérmelo a besos, y me siento orgullosísima. Con los más pequeñitos es cuidadoso y espera a que se quiten para tirarse por el tobogán y no atropellarles. Casi siempre es un niño adorable, que está creciendo muy deprisa. El mes que viene cumplirá dos añitos, ¡los terribles dos se acercan!

viernes, 16 de abril de 2010

Otro papón

La hora del baño ha sido siempre para Manuel uno de sus momentos preferidos del día. Le encanta jugar en la bañera, chapotear, hacer pompas, y últimamente llenar cualquier clase de recipiente y echarse el agua sobre la cabeza le hace muchísima gracia. A mí no me hace tanta cuando se le ocurre la feliz idea de vaciar el agua de su cubo fuera de la bañera empapando el suelo y mis zapatillas. Lo hace para llamar mi atención, porque lo de ser una mujer multitarea tiene muchas vertientes. Una de ellas es que mientras Manuel chapotea una aprovecha para desmaquillarse y ponerse sus cremitas, depilarse las cejas, y hasta en ocasiones aplicarse alguna mascarilla... Las cosas de la cosmética, que a veces me despistan un poco, momentos que el lechón aprovecha para pensar maldades. Los días que le baña su papá no ocurren estas cosas, porque él se sienta tranquilamente en la banqueta y comparte con Manuel los chapoteos. Pero yo soy una mujer ocupada y aprovecho como puedo los pocos minutos que tengo para mí.

Además de dejar el baño como el Aquopolis, ahora la nueva moda es no querer salir de la bañera ni a tiros. Ya tuvimos una fase parecida hace unos meses, que se solucionó y creía yo que estaba olvidada. Pero ha vuelto con más fuerza. Cuando le digo a Manuel que quite el tapón de la bañera, me lo dá todo obediente él. Pero al ratito, en cuanto ve que queda poca agua, el muy sinvergüenza, se sienta sobre el sumidero con una sonrsisa pícara, me mira y me dice: "otro papón (tapón)" y ahí se queda tan contento. Sí, qué mono y tal, muy divertido, no? yo también me reí la primera vez, pero os aseguro que cuando esto es a diario pierde toda la gracia. Después de insistir mucho rato, por las buenas o por las malas, y con la bañera ya vacía, al final le tengo que sacar casi siempre a la fuerza, con pataleta incluida. Un día probé a marcharme y dejarle solo en el baño, con la bañera vacía. Yo le veía desde el pasillo a través del espejo y el tío estaba tan campante. Pasaron cinco minutos en los que yo me atormentaba pensando en qué sería peor, si el resfriado que indudablemente iba a agarrar, o la factura del gas natural por poner la calefacción a 30 grados. Obviamente fue un fracaso, me vió el farol sin duda, porque no me llamó ni una sola vez y aún así le tuve que sacar a rastras de la bañera.

Ayer vino la madrina de Barcelona, mi prima Marta, y tuvo una gran idea para acabar con la batallita del baño. Algo tan simple como apagar la luz!! Cómo no se me había ocurrido antes. Cuando empezó a escabullirse como siempre, le dije, Manuel, se acabó el baño, mira la luz se apaga y hay que salir. Tardó menos de un segundo en ponerse de pie y salir de la bañera. No sé cuánto me durará el truco, pero ufff, creo que al menos tengo por delante unos días de paz a la hora del baño.

jueves, 8 de abril de 2010

Juego del relato

Aquí va un post un poco loco, pero es que la historia me ha cautivado. Se trata de un pequeño juego que inicialmente propuso Ana, del blog "De ratones y mujeres" . La idea es construir una historia entre todos, siguiendo el hilo de lo iniciado por Ana. Aquí os dejo los últimos párrafos, incluyendo el mío, pero para leer la historia completa tendréis que “trabajar” un poquito visitando el blog de Ana y desde allí ir a los blogs de los que han ido participando.


¿quién se anima a continuar el relato?

Las reglas son muy simples, hay que continuar la historia agregando aproximadamente unas 6 líneas, que guarden coherencia con lo anterior. El blogger número 20 finaliza el relato, y éste es el párrafo 13, ¡ya falta poco!

De repente "algo", quizás un pañuelo, tal vez un saco, le cubrió la cabeza y, antes de que pudiera gritar del susto, unos brazos ligeros pero fuertes le agarraron y le sacaron de allí. Sin embargo, aunque el terror se apoderó de él, no soltó, sino que agarró con mucha más fuerza, su preciado objeto. A los pocos segundos le dejaron caer sobre la hierba del parque y pudo ver frente a él, al hombre de gafas. Gafas que, al haberse resbalado parcialmente, mostraban una horrible cicatriz en el ojo derecho... Sr.Zepa


Le dolía la espalda, se había dado un buen golpe. El hombre le miraba y Nico apretó con más fuerza el objeto en su mano. Tenía que escapar de allí como fuese, ese tipo no parecía tener buenas intenciones. Justo cuando el hombre se avalanzaba sobre él Nico dio un respingo y se escurrió entre sus piernas. Corrió en dirección al colegio con intención de esconderse en el laboratorio.Llegó, la puerta de las cocinas estaba aún abierta y entró. Miró hacia atrás durante un seguno y reconoció al hombre corriendo en aquella dirrección. La canción seguía sonando. ¿Por qué no dejaba de hacer ruido? Cerró la puerta como pudo y echó a correr hasta encerrarse en el laboratorio. MAMARECIENTE

Y aquí va mi aportación:

El laboratorio estaba oscuro y frío. Se acurrucó en un rincón, deseando que el objeto se callase durante un rato. Y de pronto… ¡SILENCIO! Un silencio mortal, casi molesto, y a Nico le parecía que su respiración sonaba como un concierto. Seguramente el hombre no le había visto entrar en el laboratorio, seguramente…. Pero en la penumbra, hambriento y tembloroso, no podía evitar arrepentirse de la aventura que había emprendido aquella mañana. Pensó en su madre, y se le puso un nudo en la garganta. A esas horas ya habría puesto el grito en el cielo ¿estaría enfadada? ¿preocupada? Le esperaba un buen castigo cuando volviera… si es que volvía.

Quien se anime a continuar la historia debe dejar un comentario aquí para que quien quiera seguir leyendo el relato sepa donde encontrarlo.

miércoles, 7 de abril de 2010

Papitis

Estos días el lechón muere por su papi. Cuando llego de trabajar y oye las llaves en la puerta, oigo como grita entusiasmado, PAPIIIII!!! Y cuando ve que no, que soy yo, parece que se decepciona… y dice un mami como resignado, en plan, ¡ah! mami…

Me recuerda a cuando, hace un millón de años, en un tiempo en el que no había móviles, una esperaba ESA llamada, y el corazón te daba un vuelco al escuchar el teléfono y pensar que sí, que era ÉL. Las palpitaciones no te dejaban casi ni respirar pero aún así esperabas otros dos toques para contestar, porque no hay duda que no se puede descolgar un teléfono antes del tercer toque, y entonces, al otro lado de la línea, sonaba la voz de una amiga que te decía aquello de ¿qué haces? Y tú, con un tremendo chasco y cara de pocos amigos decías, ah! eres tú…

Pues más o menos ese es el tono de voz de recibimiento de mi hijo adorado cuando llego a casa por la tarde. Luego intento que me dé un beso o un abrazo, pero no hay manera. No niego que me duele un poquito, pero también he de reconocer que ya pasó una fase de mamitis hace poco y a mí lo de tenerle colgado de la pierna todo el día me enternece, no digo que no, pero me agobia también una barbaridad.

Ahora cuando papi está en casa yo paso a un segundo plano. Supongo que, como todas vosotras, soy multitarea, multifunción, hago dos millones de cosas a la vez, y ando por la casa a toda leche, siempre con algo en la mano, recogiendo aquí, poniendo esto al fuego allá, a veces hasta derrapo por el pasillo, y eso viviendo en un piso de 80 metros cuadrados…. Sin embargo, el papá ejemplar, va a su ritmo, él vive tranquilo, qué suerte, y claro, no se puede decir que no ayude, pero al final lo que yo hago en 15 minutos a él le lleva todo el día. Así que, en aras de tener una convivencia en paz, hemos llegado a un acuerdo tácito, y cuando papá está en casa, él se ocupa de casi todo lo del lechón (bañarle, darle el bibe, jugar, leerle el cuento) y yo de casi todo LO DEMÁS. Y lo demás no es poco, os lo aseguro.

Aquí os dejo una conversación que retrata muy bién el momento papitis que vive Manuel:

YO (al papá ejemplar): oye, ¿tú te acuerdas de cómo se llaman los padres de Nico? (Nico es un amiguito de Manuel del parque)

PAPÁ EJEMPLAR (mirándome como si le hablase de los números primos) bbbbbrrrrrrrrr, pues no, casi no sé ni como me llamo yo…

MANUEL: (mirando a su padre con arrobo) PAPIIIIIIIIII
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