sábado, 20 de diciembre de 2008

Conociendo a Papa Noel

Por primera vez esta semana Manuel ha estado malito. Ha sido sólo un resfriado, y nisiquiera le ha subido la fiebre, pero escucharle toser toda una noche fue una tortura, así que le pedí a mi madre que le llevara a la pediatra por la mañana del jueves. La doctora dijo que no era nada preocupante, que le diéramos mucho líquido, mucho suero para los mocos, y poco más. También nos dió unos supositorios para la tos que fueron mano de santo, y a la noche siguiente durmió de un tirón. Mi madre dice que mientras la pediatra le reconocía, Manuel permaneción increíblemente quieto y tranquilo, como si supiera lo que le estaban haciendo. Para comérselo.
Tengo un libro muy útil sobre salud infantil, titulado ¿Qué me pasa mamá? escrito por el dr. Juan Casado, jefe de cuidados intensivos del hospital Niño Jesús. Ofrece explicaciones sencillas y soluciones fáciles para los problemas de salud más habituales de los niños, desde el nacimiento hasta los doce años: laringitis, estreñimiento, fiebre, otitis, dentición... Es muy práctico porque te dice claramente en qué casos debes salir corriendo a urgencias y cuándo puedes tomar tú misma algunas medidas para aliviar al peque. Como es natural, esta semana me leí de cabo a rabo el capítulo sobre la tos, y entre otras cosas decía que para aliviarla es muy eficaz poner junto a la cuna una cebolla grande partida por la mitad y dejarla allí toda la noche. Me sorprendió tal recomendación venida de un médico, porque suena más bién a uno de esos remedios de las abuelas, pero el caso es que lo hice y a la mañana siguiente Manuel estaba mucho mejor. Supongo que al final remedios de abuela y recetas de médico no deben andar tan lejos unos de otros. Otras recomendaciones que dá el doctor Casado para mejorar la tos son: mantener húmeda la estancia con vasijas de agua o un humidificador, darle a beber bastante agua y limpiarle la nariz con suero.
Con catarro y todo, sigue siendo el niño más bueno y más simpático que podáis imaginar. Ayer tuvimos la fiesta de Navidad de mi empresa, en la que se invita a los niños de los empleados a una merendola con animadoras y a la que asiste Papa Noel como invitado de honor. Fué cómico cuando se sentó en la rodilla de Papa Noel y comenzó a "cabalgar" como esperando que aquel señor de barba blanca le hiciera trotar sobre su pierna. Le dedicó una sonrisa a todos los que se acercaron a conocerle, y no se asustó ni protestó por el jaleo ni por el calor que hacía. Aunque sigue tosiendo bastante, esta noche ha dormido de un tirón hasta las ocho, y después del desayuno se ha vuelto a quedar frito hasta las diez. Es un bendito.
La papilla de frutas sigue sin ser lo suyo. Esta semana casi se la ha dejado entera todos los días. Ayer se la dí durante la fiesta y sorprendentemente se la tomó entera, supongo que sería porque estaba distraido. Hoy se ha tomado bastante más de la mitad, parece que le gusta más desde que he sustituido la naranja por mandarina, que es más dulce, pero cada día es un mundo, me tiene bastante despistada. Aunque aún no se anima a gatear, últimamente cuando le siento sobre la alfombra dá pequeños saltitos levantando el culo, como si se quisiera poner de pié. Quiere agarrarlo todo, y ya es bastante hábil con sus manitas y es capaz incluso de coger cosas pequeñas y pasárselas de una mano a otra. Le encantan las manos, las suyas y las de los demás, y también sus pies, esta semana ha empezado a quitarse los calcetines. Los muñequitos del papel de su cuarto le llaman muchísimo la atención, y cuando le cambio el pañal no para de retorcerse para alcanzarlos. Nos habla muchísimo en su particular idioma. "Aaaaaa, aaaaa", prácticamente es todo lo que dice, pero a mí me hace mucha gracia. A ver si pronto le pone la M delante y dice Mamá, y yo directamente me lo como a besos.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Lo que no viene en los libros

Leyendo el último post de una de mis bloggeras favoritas, que está a puntito de dar a luz (si es que no lo ha hecho ya) se me ocurre contaros algunas de las pequeñas cosas, curiosas y prácticas, que he aprendido desde que nació Manuel, y que no vienen en ninguno de los libros que he leido sobre el embarazo y la crianza de los niños.


La industria de los productos para bebés es terriblemente rentable porque los directivos de estas empresas saben que las mamás, especialmente las novatas, no escatimamos en gastos a la hora de preparar el nido. Pues bién, la mayoría de los artículos que se consideran "imprescindibles para la llegada del bebé" no son más que trastos perfectamente sustituibles por algo que ya tienes en casa y que sirve exactamente igual.

Por ejemplo: el esterilizador de biberones. Me negué a comprarlo porque me parecía enorme y nuestra cocina es de miniatura. Y me alegré, porque cuando Manuel tenía unos dos meses y empezamos con algún biberón, simplemente los hervíamos una vez al día en una olla grande y a correr. A partir de los tres meses los pediatras ya no recomiendan esterilizar, sino solo lavar bien con agua y jabón, así que, salvo casos de niños prematuros y especialmente delicados, yo no creo que merezca la pena tener semejante monstruo ocupando espacio sobre la encimera.

Hay otro artilugio llamado "calientatoallitas" que me recomendaron vivamente. Si no vives en Siberia, no lo veo nada necesario. Los primeros días el bebé llora cuando le cambias el pañal (en realidad, al principio lloran por todo), pero es porque no conoce esa nueva sensación y se asusta. En cuanto se acostumbra, no le importa nada la temperatura de las toallitas. Palabra.

En cuanto a la mochila portabebés, en cualquiera de sus variedades, mi opinión es que es bastante práctica en una etapa muy determinada de la vida del bebé y, especialmente en verano. A mí me la prestaron y la utilicé bastante durante el tercer y el cuarto mes de Manuel (por ejemplo, para viajar en el AVE o para hacer la compra y poder llevar el carrito). Aunque a él le encantaba, llega un momento que el niño pesa demasiado para llevarle más de diez minutos seguidos. Además, llevarle en la mochila para hacer tareas domésticas suena muy bien pero es poco realista. Intenta hacer la cama con una mochila cargada con seis kilos de arroz sobre tu tripa y sabrás a qué me refiero... En fin, que está muy bién tenerla pero si te la pueden prestar, mejor que mejor.

Las grandes compras sin las que no hubiera podido pasar han sido:

El sacaleches, durante la lactancia me permitió salir algunas noches, y, aunque costó algo caro porque era eléctrico (de Avent), creo que mereció la pena.

Por supuesto, el cochecito. Nos prestaron uno de Jané con el capazo y el maxicosi. La silla, de MacLaren, es nuestra (regalo de la abuela Mari). Es muy compacta y fácil de abrir y cerrar, pero no he probado ninguna otra, así que no puedo comparar.

La hamaquita: la nuestra es la de Babybjhorn, y después de haber hecho una investigación bastante exhaustiva, creo que es la mejor. Ocupa poco espacio, es ligera, moderna y plegable, se puede utilizar desde el nacimiento hasta los dos años, y tiene un sistema de contrapeso que hace que el bebé pueda balancerse solo moviendo sus piernecitas. Es muy sólida y a Manuel le encanta, se le ve muy cómodo y seguro. No sé qué haría sin ella.

El aspirador de mocos: lo utilizamos a diario, incluso dos veces al día... es imprescindible

La hamaquita de baño: por el módico precio de 9 euros, y es la mejor bañera para el bebé. Como es ergonómica, el bebé tiene la espalda un poco levantada y tú las manos libres para enjabonarle. Está seguro y al mismo tiempo tiene movilidad para chapotear cuanto quiera. Eso sí, los primeros días es mejor bañarle en el lavabo porque al ser tan chiquitín se asusta un poco en un espacio demasiado abierto.

La trona, es otro trasto, pero en este caso es útil para darle de comer en una buena postura y no dejarte la espalda. Nosotros elegimos la de Baby confort porque, según dicen, crece con el niño y se va adaptando a su tamaño y a sus necesidades a medida que se hace mayor.

En cuanto a ropa, nunca hay suficientes bodies y pijamas, es lo que más se usa. Los primeros meses hay que llevar siempre ropa de repuesto, body incluido, porque se manchan muchísimo con las caquitas líquidas. La ropita de salir, es mejor que sea de una pieza (como los pijamas pero de calle) porque cuando le pones un conjunto de camisa o jersey más pantaloncito cada vez que le cojes en brazos se le sube lo de arriba y es un lío. Yo tenía un ejército de patucos monísimos y de todos los colores que apenas utilicé porque se le caían constantemente, son mucho más prácticos los calcetines. Hasta los seis meses o así no se les ponen los zapatos. Van mucho más cómodos sin ellos y es bastante complicado calzarles tan pequeñitos.

El saco de dormir: desde que nació, Manuel se destapa constantemente. Yo me despertaba atormentada pensando que el niño se habría destapado (y así era) así que cuando empezó el frío le compramos un saquito para dormir que es muy práctico y dá mucha tranquilidad.

Y esto me recuerda algo que me compró mi madre unos días antes de nacer Manuel, que es una pequeña luz nocturna (a la venta en cualquier ferretería) que se enchufa y dá una luz ténue, lo justo para evitar tropiezos y caídas en mitad de la noche.

Se entretienen con cualquier cosa. Su "juguete" favorito hasta el momento es una mini bolsa de plástico de las que hacen ruido y con la que puede pasar largos ratos (ya he comprobado que no le cabe la cabeza dentro). Los trapos también le entusiasman, especialmente los de colores, y los libros de tela. Hay un par de sonajeros-mordedor, que le hacen gracia. A los peluches por el momento ni caso.

martes, 2 de diciembre de 2008

Seis meses


El domingo Manuel cumplió seis meses, y ayer tocaba revisión y vacunas. David le llevó al centro de salud porque la cita era por la mañana. Dice que la enfermera, al principio algo seca, se sorprendió al ver lo despierto y simpático que es Manuel, y que no se lo podía creer cuando, después de tres pinchazos, apenas se quejó un poquito y se calló nada más ponerle el chupete. Cómo no, al rato se deshacía en monerías con el lechón. Está hecho un campeón. Me imagino a su padre saliendo de la consulta henchido de orgullo diciendo, "mi niño no es de esos que lloran". Supongo que tanta fortaleza se debe a unos muslos gruesos y prietos que no sé muy bién de dónde han salido. Será deportista, eso seguro, porque tiene una masa muscular tremendamente desarrollada para su edad.

No sé exactamente cuánto pesó en la consulta porque David no lo apuntó (cosas de padres), pero midió 71,05 cm, que está en el percentil más alto para su edad. En la farmacia pesa 8,730, así que, como allí le pesan desnudito, será algo menos.


Este fin de semana también empezamos con el puré de verduras, y ha tenido más éxito que el de frutas. Los dos primeros días le dí un potito de Nutribén que había comprado y no le entusiasmó. El domingo se lo preparé natural y lo envasé para que se lo diera Inés. Por ahora parece que le está encantando y se lo termina todos los días. Le pongo acelga, zanahoria, patata, puerro y judia verde y un poco de aceite de oliva crudo al triturarlo. Está buenísimo tal cual, sin sal ni nada. La semana que viene añadiremos pollo y después carne. Además, hemos suprimido el bibe que le dábamos a las doce de la noche porque últimamente se lo dejaba casi entero, y lo que hacemos es darle uno más grande a las nueve después del baño, que suele tener bastante hambre. Ya como un adulto: desayuno, comida, merienda y cena. Al paso que va, dentro de nada se estará comiendo un filete.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Socorro: las fotos nos invaden

Fotos y más fotos. Desde que nació Manuel, tengo la sensación de que las fotos nos invaden. David es fotógrafo, de manera que imaginaos la cantidad de fotos que puede llegar a tener en el ordenador: desde fotos artísticas a fotos de viajes, pasando por las fotos de trabajo. Además, nos encanta viajar, y cada vez que lo hacemos, nuestro único souvenir son montones de fotos del lugar de destino, que yo me ocupo de clasificar y, cuando tengo tiempo, procuro organizarlas, seleccionarlas e imprimirlas en uno de esos álbumes de fotoprix que quedan tan bonitos. Además, yo me he contagiado de la pasión por la fotografía de David, y hago mis pinitos con una nueva cámara Lumix que tiene un montón de prestaciones que aún no sé como utilizar y que me hace sentir algo absurda. Por supuesto y como todos los papás novatos, a Manuel le hacemos fotos sin parar. Es importante inmortalizarlo todo: el primer cambio de pañal, la primera sonrisa, la primera vez que sujetó el bibe, la primera papilla, y un larguísimo etcétera. En esta vorágine de instantáneas, me doy cuenta de que la fotografía digital tiene muchísimas ventajas pero a la larga da más trabajo que la analógica. Hace unos años, tú te comprabas un carrete estupendo, le hacías fotos a tu precioso bebé en todas y cada una de sus graciosas muecas, llevabas a revelar dicho carrete, colocabas las fotos en un álbum, y ya está. Ahora, y más desde que Manuel llegó a nuestras vidas, el proceso se alarga mucho, sobretodo si eres algo maniática del orden como es mi caso. Es más o menos así:

1. Hacemos fotos compulsivamente, al niño le tenemos realmente frito, tanto que ya le encanta la cámara. Con esto de que es "gratis" -no nos engañemos, en realidad lo único que nos ahorramos es el carrete y no recuerdo que fueran tan caros-, hacemos trescientas fotos "por si acaso" y el resultado es que tenemos la misma imagen cinco veces "por si acaso", ¡viva la espontaneidad!

2. Descargar las fotos en el ordenador. Vengo haciéndolo una vez a la semana porque de lo contrario el volumen es tal que me bloqueo, además de que la tarjeta de memoria no da para más. Sacar tiempo para ésto empieza a ser realmente complicado porque después viene el siguiente paso...

3. Eliminar las que son rematadamente malas y elegir, de entre las 250 de la semana, las más potables para conservar. Tarea ardua y complicada que me lleva a pensar seriamente en recuperar mi cámara analógica.
4. El último paso me tiene en un sinvivir: ¿Imprimir? ¿Guardarlas en el ordenador para verlas en la tele? No sé, yo soy bastante clásica y me gusta tener las fotos en papel. Si las dejo en el ordenador son solo un montón de archivos jpg. Si las imprimo, son mis recuerdos. No puedo evitar sentir algo de angustia por una posible y catastrófica pérdida si un buen día este cacharro decide despertarse de mal humor y decirme que mis archivos tienen "errores fatales" o cosas así. Si, ya sé que existe algo llamado copias de seguridad para esos casos, ¿pero quién me dice que esas copias de seguridad no se estropean? Sé que no es demasiado racional...

Las fotos de Manuel están organizadas por meses: primer mes, segundo mes, tercer mes... y por ahora las imprimo prácticamente todas (una vez realizada la selección que he comentado en el punto 3). Si sigo así, en aproximadamente un año tendremos que mudarnos a un piso más grande o alquilar un trastero para los álbumes...

El otro día le estuvimos haciendo fotos comiendose los pies. Está graciosísimo, parece un contorsionista.

Seguimos con una pequeña batalla diaria para que se tome la papilla de frutas. Había empezado a tolerarla mejor, pero ayer y hoy no ha querido tomar prácticamente nada. Puede que sea porque anteayer se produjo un gran hito en su desarrollo: ¡sus dos primeros dientes! Me hizo muchísima ilusión cuando me dí cuenta de que ya le asoman dos pequeñas protuberancias blancas en el centro de la mandíbula inferior. Está bastante protestón, se pasa horas tocándoselos con la lengua, debe de notar algo extraño a lo que no está acostumbrado, y se lleva todo a la boca con auténtica desesperación.
Aún así, no nos podemos quejar porque es un sol de bebé. Es tranquilo, risueño, simpático... Me alegra el corazón cuando llego a casa del trabajo y dá un saltito de contento. Luego, la tarde me la paso haciéndole monerías y me llena de felicidad cuando escucho su risa contagiosa. Cuando tengo cosas que hacer, no le importa estar en la hamaquita un buen rato. Lo que no quiere bajo ningún concepto es que le dejen solo. Le gusta ver y oir jaleo a su alrededor, y me sigue con la mirada mientras cocino, o mientras me estoy arreglando en el baño, como si no quisiera perderse nada. Le encanta que le canten y que le hagan los cinco lobitos, y ya quiere alcanzarlo todo, tanto que a veces mueve el bracito arriba y abajo como un guardia de tráfico y nos partimos de risa. La tele le fascina, y si está encendida, no hace caso a nada más, así que procuro ponerle de espaldas para que no la vea... Aunque últimamente esto tampoco funciona.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Primera Papilla: Manuel 1-Mamá 0

El post que publico a continuación lo escribí el martes pero no he podido colgarlo hasta ahora porque no teníamos internet estos días. Las obras de la fachada de mi edificio impide que podamos coger la señal wifi cortesía de nuestros vecinos y amigos, Rut y Sergio (de quienes hablaré en otro post que tengo en la cabeza)

Martes, 18 de noviembre:

Hoy le he dado a Manuel su primera papilla. Bueno, en realidad lo he intentado, porque se ha tomado aproximadamente tres cucharadas y media. El resto se ha quedado en el babero, en su cara y, claro está, en su nuevo y flamante recipiente con dibujos de muñequitos. Según el papelito que me dio la pediatra, la papilla de frutas se incorpora a los cinco meses y medio, y se empieza por el zumo de una naranja y medio plátano, para después ir incorporando otras frutas a razón de una por semana (primero la manzana, después la pera… etc). Pues bien, la primera papilla no le ha gustado nada y después de media hora de infructuosos intentos con la cuchara le he preparado un biberón que se ha zampado en tres minutos. Mañana probaremos de nuevo.
Mi madre opina que estas modernidades de hoy en día son una bobada. Dice que, "de toda la vida", la papilla de frutas se ha preparado, desde el primer día, con plátano, naranja, manzana y galleta María, y que así a los niños les encanta. Además, me ha confesado que a Manuel le gustan mucho las galletas de María porque las ha probado este fin de semana en su casa. Mírala, dándole galletas al niño sin mi consentimiento!! ¡Cómo se atreve! Lo cierto es que probablemente tenga razón y ahora nos pasamos de estrictos con lo de la alimentación, pero cualquiera se atreve a llevarle la contraria al pediatra. Desde luego, no será esta mamá novata la primera en hacerlo.

Hablando de mi madre, creo que merece que le dedique este post, y seguramente muchos otros. Desde que nació Manuel cada día siento lo mucho que la necesito, y hasta qué punto está siempre ahí para mí y, ahora, para nosotros. Cuando valoro y cuando menosprecio sus favores, cuando le pido ayuda y cuando intento, testaruda como una mula, arreglármelas sola… La palabra SIEMPRE cobra un sentido distinto si se refiere a mi madre. Ella es capaz de adivinar lo que yo aún no sé que necesitaré mañana, va diez pasos por delante, puede hacer mil recados, cambiar cien citas, resolver cincuenta cosas a la vez para hacerme la vida fácil. Es una SUPERMUJER, que se ocupa de hacer feliz a los que le rodean y que además sabe poner una nota de belleza a su alrededor. Si estás invitado a casa de mi madre a comer, eres un privilegiado. Y no sólo porque cocine, como buena gallega, de maravilla, sino porque todo lo que rodea a ese almuerzo está cuidado y pensado al mínimo detalle. La mesa estará puesta como para una foto de la mejor revista de decoración. La vajilla, la cristalería, las servilletas y los manteles, el centro de mesa…. todo seleccionado y conjuntado con un gusto exquisito. Además, se habrá acordado, por ejemplo, de que prefieres las fresas con zumo de naranja en lugar de con nata, y preparará una jarrita aparte para que todo esté a tu gusto, o hará tres tipos de salsa diferente para agradar a todos... Es la perfecta anfitriona. Pero lo más increible es que ella hace que parezca sencillo, natural, nada forzado.
Con Manuel es una abuela divertida y entregada. A él se le ilumina la cara cuando la ve, y creo que serán buenos amigos. Espero que Manuel aprenda de su abuela Concha tantas cosas… a pensar siempre en los demás, a ser detallista, a mirar más allá de lo que se ve o de lo que se dice, a no conformarse con salir del paso, a buscar la perfección, y, muchas veces, a conseguirla.
P.D: quiero aclarar que este post no tiene nada que ver con que Manuel se haya quedado en casa de su abuela Concha este fin de semana para que nosotros pudiéramos disfrutar de un idílico fin de semana en Praga. Gracias mamá, pero no es por peloteo. Que conste.

Hoy:
Releyendo el post, me parece que da la impresión de que mi madre solo es buena en lo de recibir en casa. Pero no, es buena en muchas más cosas. Acabo de pasar por su casa para que me prestara un chaquetón, un bolso y unos zapatos para la fiesta de Marie Claire a la que voy esta noche. Su armario es una mina, tiene de todo, mucho mejor que ir de compras, y ella me lo presta con una sonrisa y no se enfada si se lo devuelvo de cualquier manera. Lo dicho, una supermujer y una supermadre. Como dice mi querida "tía" mexicana Alda, "soy una suertuda".

domingo, 9 de noviembre de 2008

Domingos al sol

Madrid tiene cosas maravillosas. De pronto, un día de noviembre, te regala un sol resplandenciente, con esa luz especial que solo he visto aquí, en esta ciudad que muchas veces es tan hostil, pero que a la vez no pierde nunca su alegría. El domingo fue uno de esos días en los que los madrileños salen a la calle en tropel a dejarse bañar por ese sol y esa luz que alegra el corazón.
Una de las cosas que me gustan de tener a Manuel es que ahora no nos perdemos ninguno de esos días. Lo cierto es que antes pasábamos los domingos por la mañana en la cama tras una noche de sábado movidita. ¡Qué tiempos! Ahora, como el lechón nos obliga a madrugar, damos un paseo por el río y vivimos la mañana del domingo en todo su esplendor, con periódico y aperitivo al solecito. Es una auténtica gozada.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Yes we can


El martes fue un día histórico. Por primera vez, un hombre de raza negra fue elegido presidente de la nación más poderosa de la tierra. En palabras de Gabilondo "un hombre de color negro". ¿No suena un poco raro? Hombres de color negro, de color rojo, de color verde... Mmmmm, no sé con cuál quedarme... Hay que perdonar el lapsus de Iñaki dijo semejante sandez a eso de las cinco de la madrugada después de horas en directo. Me hace feliz que Manuel vaya a vivir en un mundo que permite que los negros lleguen tan lejos. Y además, por poner una nota frívola, me encanta que los americanos hayan elegido como presidente a un hombre tan guapo. ¡Es un cañón! Ya que va a ocupar tantas horas en los informativos, al menos que me alegre la vista.

Aún así, no me engaño y sé que Obama es un poco como Sidney Poitier en la mítica película "Adivina quién viene a cenar esta noche", donde Spencer Tracy y Katherine Hepburn observan horrorizados como su hijita adorada, educada en los mejores colegios, decide casarse con un negro al que finalmente acogen en la familia porque es el paradigma del buen yerno en todos los aspectos: educado, universitario, de buena familia, trabajador y hasta guapo. Obama es negro pero no ejerce, y además pertenece a la "high society" de Chicago. Vamos, que no creció en un barrio obrero de Detroit...

Los analistas se preguntan ¿Qué hubiera pasado en España? No creo que aquí sea factible que alguien de cualquier color pueda llegar, ya no digo a Moncloa, no creo que pueda llegar ni a Ministro, ni a subsecretario ni a nada de nada. Bastante que las mujeres han empezado hace bien poquito a ocupar puestos de relevancia en el Gobierno.

Hoy Manuel ha abandonado el maxi cosi y ha estrenado la sillita. Está tan grande que se le veía algo incómodo. El cambio no le ha sentado del todo bién. Hemos ido a comer fuera y no ha parado de protestar salvo cuando le teníamos en brazos. Ha dado otro pequeño salto esta semana y ya parece que no se duerme en cualquier sitio y demanda más atención. Tenemos que empezar a andarnos con ojo porque ya lo quiere alcanzar todo, y ese todo incluye cuchillos, velas encendidas… Parece que los niños tienen un imán para el peligro. De todas formas no me quejo porque se sigue portando muy bién. Ahora mismo le tengo en brazos mientras escribo y está tan tranquilo mirando la pantalla del ordenador, que le encanta. Eso sí, cada día que pasa se va convirtiendo en un pequeño terremoto. Lo que nos espera!

lunes, 3 de noviembre de 2008

Cumpleaños, Sorolla y sin coche

Hace siglos que no escribo. Desde que volví a trabajar estoy bastante más ocupada y es difícil sacar tiempo para el blog. Y eso que lo de salir a las cuatro es un auténtico chollo. Tengo mucho tiempo para jugar con Manuel, intento sacarle a pasear, si no llueve, aunque solo sea un ratito, y nos tiramos en la alfombra a jugar un buen rato todas tardes. A él le encanta y yo me lo paso bomba viendo como se ríe. Después, sobre las ocho y media, le baño, bibe y a dormir, y casi siempre se duerme sin protestar demasiado porque está agotado de tanta juerga. Ya tiene cinco meses, así que hace unos días empezamos a darle cereales. Le encantan. En palabras de David, cuando termina el bibe "parece que se ha comido al canario" por la cara de satisfacción que se le queda. Además, cada día es más curioso y se fija en todo. Ha descubierto sus pies, se los agarra constantemente y hasta se los lleva a la boca en posturas imposibles. También le divierte mucho romper revistas, y en casa no nos faltan. Ya se queda sentadito apoyándose sobre las manos durante unos segundos, aunque enseguida se cae hacia los lados.




Ayer fue el cumple de su papá, que sigue siendo la persona favorita de Manuel, y se ríe con él a carcajadas. Lo celebramos la noche del sábado tomando copas con los amigos en Guilligan's, el bar de Fito, y lo pasamos genial. Manuel se quedó con su abuela Mari y se portó de maravilla. Aquí foto del peque con su papá, que ya tiene 38, aunque nadie lo diría...


La semana pasada, Manuel visitó por primera vez un museo. Como no habíamos salido el sábado, el domingo por la mañana decidimos hacer algo diferente y nos fuimos al Museo Sorolla a dar una vuelta. La verdad es que fue muy buena idea, es un sitio precioso. Tanto la colección de cuadros como la casa en sí, un palacete en el barrio de Chamberí donde vivió el pintor con su familia, y que es una preciosidad. Estas fotos están hechas allí.




Por lo demás, la semana fue algo accidentada. El miércoles pasado, a un gracioso se le ocurrió la feliz idea de quemar un contenedor, y con él mi coche, que por desgracia estaba aparcado al ladito. Así que me he quedado sin mi lancia, que era viejo pero funcionaba y me llevaba a los sitios, que es de lo que se trata. Ahora, a ver qué miseria me da el seguro... y a comprarme un coche nuevo. Lo cierto es que no me hace nada de ilusión, pero lo necesito. Los coches no son lo mío, personalmente prefiero gastármelo en bolsos y zapatos, que me sientan mucho mejor...

miércoles, 22 de octubre de 2008

Mamá trabajadora

El lunes volví al trabajo. Se acabó la baja y con ella una etapa de mi vida. Y ahora empieza otra, que espero que sea mucho mejor que la anterior. Mejor porque, como alguien me decía en un comentario, trabajar me va a permitir ampliar un poco mi mundo, que durante estos meses ha sido muy muy pequeñito. Y porque, aún así, tendré las tardes para estar con Manuel, jugar con él, sacarle a pasear... Aunque esto último hoy es imposible porque lleva todo el día lloviendo en Madrid y no tiene pinta de que vaya a mejorar.




En el trabajo todo el mundo me pregunta por Manuel. Y yo, qué voy a decir, pues que es precioso, que se porta muy bién, que está muy grande... Pero es que es la verdad! Cuando llego del trabajo no me hace tanta fiesta como a mí me gustaría. Será que aún es muy pequeño, y yo creo que casi no se dá ni cuenta de que no estoy en toda la mañana. Lo cierto es que está muy bien atendido. Se queda con una chica que hemos contratado que se llama Inés y parece que está a gusto con ella porque le ríe un montón. Además, la abuela Mari vino el lunes y ha venido hoy, así que no le faltan atenciones y cuando yo llego no parece que me haya echado de menos. Yo sí le extraño, aunque no tengo demasiado tiempo de pensar en él porque para conseguir cumplir mi nueva jornada intensiva me paso el día sin levantar la cabeza, y por ir deprisa casi no voy ni al servicio.





La semana pasada durmió varias noches de un tirón, y yo tan contenta creyendo que ya habíamos abolido el bibe de la madrugada. Sin embargo, parece que sabe que vuelvo a madrugar... y esta semana el muy tragón ha decidido volver a pedirlo. Es aún más duro levantarse a darle el bibe cuando el despertador no perdona. Al menos tengo la suerte de que David se levanta algunas noches y así yo puedo dormir, si el insomnio me deja, claro... A ver si hay suerte y cuando empiece a darle cereales duerme más seguido. ¿Es verdad que aguantan más con los cereales o es sólo un mito?

lunes, 13 de octubre de 2008

Creciendo

Hoy comienza mi última semana de baja y estoy viviendo cada momento como una despedida. Esta mañana, después de darle el bibe a Manuel, le he metido en mi cama y nos hemos quedado los dos dormiditos hasta las 11, qué maravilla. Éstas son las cosas que echaré de menos. También cuando le hago el "spa" por la mañana: ponerle cremita, limpiarle los ojitos y la nariz, darle las vitaminas, vestirle, y después un poco de colonia, ver lo guapo que ha quedado y abrazarle y comérmelo a besos. Lo cierto es que volver a trabajar me provoca sentimientos contradictorios. Por un lado me da una pereza tremenda madrugar, y me agobia la idea de no tener tiempo para nada otra vez, ir de cabeza, mi jefe... Por otra parte, me hace falta tener de nuevo otras cosas en las que pensar, y estos meses alejada del trabajo me han servido para darme cuenta de que me gusta lo que hago, y creo que lo voy a retomar con más ilusión y energías que antes. Además, mi nuevo horario, de nueve a cuatro de la tarde, me dejará tiempo para estar con Manuel y ver como va creciendo.
Y es que estos días parece que se ha acelerado su desarrollo. Está muy grande y muy gordito, pero no me refiero a eso. Parece que ya quiere ser menos bebé y más niño. Empieza a querer alcanzarlo todo, a agarrar las cosas y metérselas en la boca. El otro día sujetó él solito el biberón del agua. También le hemos comprado un libro de tela que cruje y se entretiene un montón arrugándolo y metiéndoselo en la boca. Todo le llama la atención, y a mí cada uno de sus avances, cada uno de sus logros, me parece lo más importante del mundo, se me cae la baba y pienso lo listo que es, y lo despierto que está. Ahora entiendo a esas madres petardas que no hacen más que hablar de lo bien que sus niños lo hacen todo... Yo creo que voy a tener que morderme la lengua para evitar ser una de ellas.

viernes, 10 de octubre de 2008

Flash Back: El Parto (2)

Siguiendo con la noche en la que nació Manuel. Llegamos a la clínica Montepríncipe sobre las diez y media de la noche del 29 de mayo. Mis contracciones eran ya muy seguidas y me dolían muchísimo, cada vez más. Al ver la sala de espera de urgencias se me cayó el alma a los pies porque estaba llena hasta la bandera y, lo que es peor, había otras tres embarazadas que habían llegado antes que yo, por lo que tenía que esperar mi turno para ginecología.
Cuando le dije que esta vez iba en serio y que me atendieran pronto porque iba a parir allí mismo, el chico que había en el control me miró con cara de haber visto millones de veces casos como el mío y que a la mayoría nos enviaban a casa por falsa alarma. Estuvimos más de una hora esperando. Al principio intentábamos hacer un crucigrama entre los dos, pero al cabo de un rato los dolores ya no me dejaban pensar, y no sabía si sentarme, levantarme o pasearme a gritos por la sala de espera. Recuerdo que miraba con odio a las otras embarazadas segura de que a ellas no les podía doler tanto como a mí y rabiando porque por su culpa tendría que esperar aún más. A esas alturas ya estaba segurísima de que el parto estaba en marcha y mi preocupación era llegar a tiempo para dar a luz en un quirófano "como Dios manda".
Por fin un enfermero dice mi nombre y me pasan a la sala de reconocimiento. Ésta vez me atiende una ginecóloga que no se muestra muy amable y desde luego nada comprensiva con mis dolores. Me pongo en el potro para que me explore (es curioso como, en esos momentos, te invade la falta de pudor más absoluta y el hecho de que te metan un dedo enguantado de latex en tus partes íntimas te parece lo más normal del mundo) y, cual no sería mi sorpresa, indignación y congoja cuando me dice, tan tranquila, que aún no estoy de parto, que no tengo nada de dilatación y que mis contracciones no son "efectivas". Me quería morir solo de pensar en volverme por donde había venido. Además, estaba segura de que aquella médico no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo. Se me debió ver en la cara, porque me aseguró que aún así me van a monitorizar para estudiar la secuencia de las contracciones. Me llevan a un box y me atan a las correas. Una camisa de fuerza tampoco me hubiera ido mal, claro que probablemente no hubieran encontrado mi talla. Enseguida se oye el fuerte latido del corazón de Manuel. De pronto, no se si fueron los nervios o qué, las contracciones parecían menos dolorosas, como atenuadas, así que empecé a resignarme a la idea de la falsa alarma. En la camilla de al lado había una chica embarazada de gemelos y también le iban a dar el alta. Sin embargo, diez minutos después apareció un médico con un fuerte acento cubano, muy gracioso, que miró el papel que registraba las contracciones y me dedicó un gesto de compasión, como diciendo, "pues va a ser que sí, que te duele"... Me dijo que, aunque mis contracciones no tenían ritmo y por eso no eran efectivas, me iban a dejar ingresada porque no me podían enviar así a casa. Me pincharon un calmante que, según dijeron, no provocaría ni detendría el proceso de parto, sino solo atenuaría el dolor, que tratara de descansar y que al día siguiente mi médico decidiría, "qué hacer conmigo".

Una vez en la habitación miré a mi alrededor y supe que sería allí donde viviría las primeras horas con mi niño y pensé "parece que por fin ha llegado el momento, va a ser así". No obstante, todo seguía pareciendo algo irreal. David estaba increíblemente tranquilo. Bajó las maletas, que habíamos dejado en el coche por si acaso, y yo recuerdo que saqué de una de ellas un Sudoku que tenía a medio terminar y mi portaminas... ¡qué ilusa! En la habitación me sentí más tranquila y más cómoda. La enfermera, muy amable, me trajo un camisón. Poco después vino la matrona a explorarme. También me dijo que no estaba de parto, que solo tenía el útero permeable a un dedo, pero que podría ponerme en cualquier momento o al día siguiente, que me diera una ducha bien caliente y que hiciera los ejercicios de relajación que había aprendido en las clases de preparación al parto, que si en una hora seguía con las contracciones le avisara. Esta es la pinta que tenía...
Ayudada por David me fui a la ducha y estuve allí un buen rato con el chorro de agua caliente sobre mis riñones. Después de la ducha yo quería poner la tele para distraerme pero David me dijo que eran las dos de la mañana y que despertaríamos a los vecinos. Los dolores continuaban, y yo intentaba relajarme, respirar... David me decía, tranquila, respira, relájate... Pero aquello era imposible, me dolía muchísimo. Pasado algo más de una hora de infierno me dí cuenta de que las contracciones eran ya cada minuto o minuto y medio, y aquello no había ya quien lo aguantara. Decidí llamar a la enfermera y me dijo que iban a pasarme a epidural.
Lo que sigue fue todo muy rápido. Vinieron a ponerme un enema, ¡muy desagradable! y a rasurarme y recuerdo que ya entonces estaba retorciendome de dolor. Me bajaron en la cama al quirófano donde me pondrían la epidural que iba a acabar por fin con mi suplicio. A David le dijeron que tardarían una media hora, así que él iba a aprovechar para ir a tomar algo. El anestesista era muy amable, pero no hacía más que decirme que me estuviera quieta, y a mí me parecía imposible. Después de pincharme me dejaron tumbada en la cama en un pasillo supongo que para asegurarse de que reaccionaba bien. Esos fueron los peores momentos porque recuerdo que llevaba un cateter en alguna parte y me decían que no me moviera, pero yo no podía estarme quieta por el dolor. Cuando vieron que yo seguía en un grito llamaron a la matrona. Al verla me sentí más tranquila. Me exploró y dijo "uy pero qué bién has dilatado cariño, estás de ocho a completa, vas a tener a tu hijo muy pronto", y después "llamen al doctor para que venga con urgencia, vamos directamente a quirófano". Le pedí que avisaran a David, que tardó poquísimo en llegar, pero a mí se me hizo una eternidad. Yo seguía con dolores horrorosos, pero al menos esperanzada de que terminarían pronto. La matrona se quedó conmigo intentando tranquilizarme y me decía que lo mío se llama "parto precipitado" y que no es muy habitual dilatar tanto en tan poco tiempo. Cuando llegó el médico, unos diez minutos más tarde, me pasaron a la sala de partos y a David le mandaron esperar fuera. Manuel estaba a punto de nacer.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Lo dudo

...lo dudo, lo dudo, lo dudo... que tú llegues a quererme, como yo te quiero a tí, lo dudo, lo dudo, lo dudo, que hayes un amor tan puro, como el que tienes en mí...

No es que me haya vuelto loca. Es un fragmento de una canción de Los Panchos que me encanta. Estos días se la canto a Manuel mientras le cambio y se pone como loco, se ríe a carcajadas y dá grititos. No me sé muchas canciones infantiles, por no decir ninguna, así que le canto Los Panchos, Serrat, Sabina... Ya sé que es un pelín cursi pero me lo paso bomba, y cada día desafino menos!

martes, 30 de septiembre de 2008

Cuatro meses



Hoy cumplimos cuatro meses. Y digo cumplimos, en plural, porque Manuel los cumple como personita y yo como mamá, que no es poco. Hemos ido al pediatra a que le pusieran las vacunas y a la revisión. Pesa 7,700 kg y mide 66,5. Tanto la enfermera como la pediatra han dicho que está estupendo, y hasta se han sorprendido de lo grande que está. Solo tiene una pequeña conjuntivitis sin mayor importancia y me han dado unas gotas para resolverlo. Aunque ha llorado un poquito, se ha portado muy bien cuando le han pinchado y pasados cinco minutos se le había olvidado el llanto y estaba sonriendo tan contento. Después, al volver a casa, estaba un poco revueltillo, no ha querido el bibe y he tenido que dormirle en brazos porque estaba muy nervioso, pero ya se ha despertado de la siesta y está dando grititos que es su deporte favorito estos días.
Cada vez se porta mejor, es más simpático y más adorable. Ya sujeta la cabecita perfectamente y esta semana ha empezado a incorporarla un poco en la silla de paseo. Aún no sabe sujetar las cosas, pero sí alarga las manos para tocar los juguetes y cuando consigue cogerlos se los lleva a la boca. Le gusta golpear en la mesa con sus puños como si fuera un tambor, y se parte de risa cuando le pongo frente al espejo. Hace una semana empecé a acostarle a las nueve de la noche. Aunque la primera noche lloró bastante, ya se ha acostumbrado y ahora no protesta nada y se duerme enseguida. Le despierto sobre las doce para darle un bibe y se lo toma medio dormido. Después, le cambiamos el pañal, y a dormir otra vez, hasta las seis más o menos y luego otra vez hasta las nueve. Por la mañana, cuando se despierta, empieza a hacer ruiditos y gorgoritos para que vayamos, pero no llora ni nada, y me encanta ver la sonrisa de felicidad que pone en cuanto ve asomarse mi cara sobre la cuna, es increíble.

Estos días estoy disfrutando muchísimo cuidándole. Estoy feliz viendo sus pequeños logros, sabiendo lo sano y lo contento que está. A David también se le ve encantado con su niño, aunque desde que le acuesto tan pronto casi no le ve despierto por la noche, salvo para darle el último bibe. El viernes jugamos al Euromillón con unos amigos y el premio eran nosecuantos millones de euros. Vimos el sorteo en la tele y, por supuesto, no ganamos. Y yo pensaba, si es que a nosotros la lotería ya nos tocó el 30 de mayo!

domingo, 21 de septiembre de 2008

El primer regalo de papá

Hace un par de días David apareció con un regalo sorpresa para Manuel, y parece que al peque le encantó, a juzgar por la cara que puso...

Esta ha sido la primera noche que Manuel ha pasado en casa de su abuela Mari, y David ha ido a recogerle mientras yo me quedaba en casa disfrutando de una tranquila mañana de domingo, ¡SOLA! La maternidad es una experiencia preciosa, y todo eso que se dice… Pero hay que ver qué bién sienta una noche de libertad de vez en cuando, para recordar que además de madre, una puede ser mujer, joven, sexy, divertida… en fin, muchas más cosas. Gracias suegra por permitirlo. Eso sí, ahora estoy deseando que lleguen para darle un achuchón a mi niño.


Cada día está más grande y más simpático. Ahora está pasando por una fase un poco molesta porque le ha dado por gritar a todas horas. Se lo pasa bomba escuchando su propia voz y los diferentes sonidos que puede hacer, y la verdad es que nos vuelve un poco locos, especialmente a la hora de la cena, cuando yo ya estoy algo saturada y deseando que se duerma. Por lo demás, duerme ya muchas horas seguidas, su record está en 9 horas y media, aunque por lo general aguanta desde las once de la noche hasta las seis de la mañana. Lo bueno es que después de darle el bibe se vuelve a dormir hasta las nueve o nueve y media. Después, a eso de las once de la mañana duerme casi una hora y por la tarde suele echarse un par de siestas. Sobre las nueve de la noche siempre se pone algo nervioso y es más difícil conseguir que se duerma, así que la mayor parte de los días está dando guerra hasta las once, que es cuando le damos la última toma y cae rendido. Parece que ha salido un poco noctámbulo, como sus padres. Mi objetivo ahora es conseguir que se duerma sobre las nueve y media y adquiera una rutina de sueño. A ver si lo logro antes de volver a trabajar, ¡sólo me queda un mes!!

martes, 16 de septiembre de 2008

Flash Back: El Parto (1)

Manuel está cada vez más despierto. Nos parece que esta semana ha dado un pequeño salto en su desarrollo, y se le ve con ganas de hacer más cosas... aunque lo cierto es que, aparte de reirse sin parar, hace más bien poco... El mejor momento del día sigue siendo el baño, chapotea como un loco y después se queda agotado. Su papá le agarra de la cabecita y le deja que "nade" durante un buen rato, y él disfruta como un enano... Lo más sorprendente es que la postura que hay que adoptar para que Manuel haga sus ejercicios de natación es incomodísima y su papá termina medio deslomado. Si me lo hubieran contado hace unos meses! Nunca creí que David sería capaz de hacer un sacrificio como ese por nadie, y mucho menos por un pequeñajo de tres palmos. Cosas como ésta me hacen quererle cada día más por ser el mejor marido y el papá más cariñoso.



Como ya he dicho, este blog debería servir para no olvidar ninguna de esas pequeñas cosas que nos están ocurriendo desde que nació Manuel. Así que hoy inauguro esta sección, en la que iré contando las cosas que ocurrieron antes de convertirme en cibermamá:

Jueves, 29 de mayo de 2008, 17.30h.
Estoy en casa, ya de baja pero aún trabajando delante del ordenador. Empiezo a notar contracciones fuertes, bastante más que las de los últimos días, pero no le doy importancia porque el martes ya habíamos ido a urgencias por lo mismo y me habían "devuelto" diciendo que eran "pródomos de parto". El caso es que durante toda la tarde las contracciones continúan y son cada vez más dolorosas. Empiezo a anotar la frecuencia, y son bastante seguidas, cada cinco minutos más o menos. Sobre las ocho hablo con David por teléfono y le digo que vamos a esperar a que las contracciones sean regulares porque temo que me pase otra vez lo mismo. Cuando David llega de trabajar, sobre las nueve y media, las contracciones son ya cada tres o cuatro minutos, y el dolor ya me deja sin respiración, así que decidimos "probar" de nuevo e ir al hospital. Esta vez estoy casi segura de que estoy de parto, llevo cinco horas con contracciones. Antes de salir cenamos algo rápido porque sabemos que la noche será larga. Espárragos con mayonesa y algo más que no recuerdo. Yo estoy inexplicablemente tranquila, aunque cada contracción es más intensa que la anterior. En la tele ponen Cuéntame. Dejamos el episodio a medias y salimos de casa con las maletas a eso de las diez y media. En el coche nos miramos y nos entra la risa floja, vamos a ser padres en unas horas y parece irreal, como una película. En la radio suena el tema del verano, "Mercy", de Daffy...

Continuará

lunes, 8 de septiembre de 2008

Duda razonable

Tenemos dudas. Creemos que Manuel podría habernos salido vasco. Lo cierto es que en la familia no se ha dado ningún caso. Hay gallegos -muchos-, extremeños, madrileños... pero vascos, ninguno. Aún así, y a falta de confirmar el RH, estamos pensando en la posibilidad de cambiarle el nombre por Patxi, que según David aún estamos a tiempo... Y es que, vaya cara que se le está poniendo.



Esta foto es del último día en Fuengirola, que nos animamos a ir a la playa. Todo el mundo dice que a los bebés no se les puede llevar, pero estábamos hartitos de piscina y como no hacía demasiado calor, nos decidimos a ir. Y no nos equivocamos, pasamos un día estupendo y Manuel estuvo feliz, durmiendo casi todo el día. La brisa del mar le relajó un montón y además en el chiringuito ponían una música buenísima que parece que también le encanta, y cuanto más alta, mejor. De meterle en el agua ni hablamos, porque además de que es muy pronto para eso, estaba heladita, casi no me meto ni yo.


Ya estamos en Madrid y Manuel se está convirtiendo en una delicia de niño. Anoche durmió por primera vez en su habitación, en la cuna grande, porque el moisés se le ha quedado ya pequeño. Se me hacía un poco raro tenerle tan lejos y me preguntaba si le oiría llorar. Por supuesto que le oí, como un reloj reclamando su bibe a las seis y media de la mañana. Se lo dí en la penumbra para no despertarle demasiado, y siguió durmiendo hasta las nueve y media, que es más o menos lo que hace todas las noches. Ha descubierto que le encanta el móvil que hay encima de su cuna, se lo regaló su madrina, y se pasa muchos ratos mirándolo encantado de la vida. También le gusta mucho un columpio con juguetes que cuelgan que le compramos en Imaginarium, y ya empieza a mover las manitas intentando tocarlos. Se zampa los biberones en dos minutos o tres, y cada vez come más espaciado, aguanta hasta cuatro horas durante el día. Tengo que pesarle sin falta esta semana porque yo creo que ya debe rondar los siete kilos.

Mi propósito de septiembre, nuevo curso, o lo que sea: ser positiva y disfrutar cada día de mi pequeñajo. Sé que cuando vuelva a trabajar echaré muchísimo de menos estos momentos. Es una suerte verle sonreir y ver como va descubriendo el mundo cada mañana.

jueves, 4 de septiembre de 2008

El bebé en el mar

Estamos en Málaga desde el lunes, en el Hotel Guadalpin Byblos, que en su día debió de ser de superlujo, pero que ahora está un poquito de capa caída, parece que ha cambiado de dueños y no es lo que era, qué le vamos a hacer. Aún así, estamos muy cómodos, el servicio es atento y Manuel se está portando bastante bien. Duerme más que en Madrid, por eso de estar más cerca del nivel del mar, y está contentísimo. El viaje en coche hasta aquí le sentó bastante mal y estuvo unas 24 horas revueltillo, pero ya está como en casa. Si le seguimos llevando de un lado para otro se va a terminar acostumbrando.

Ayer Manuel conoció el mar. Aún es muy pequeñín para bañarle, pero nos acercamos a la orilla y le mojé los pies y la cabecita. Estuvimos casi todo el día en Puerto Banús, comimos en el chiringuito Pesquera, que tiene buen servicio pero la comida no es muy recomendable.


Los demás días hemos hecho tumbing en la piscina, siestas y poco más. Estamos disfrutando un montón del lechón y de sus risas, está graciosísimo. Cuando le ponemos boca abajo ya se sostiene bastante rato sobre sus bracitos y si le sentamos también aguanta mucho más la cabecita. Con el bibe está encantado, aunque se mosquea por la noche porque ahora la leche no está preparada inmediatamente como cuando tomaba el pecho. Tardo unos 5 minutos en calentar el bibe en el calientabiberones que hemos traido, pero este pequeño tirano no puede esperar tanto y monta un escándalo de aquí te espero a las cinco de la madrugada. Nuestros vecinos de habitación deben de estar encantados. Menos mal que a su abuela Mari, que acaba de llamar por teléfono, se le ha ocurrido la idea de dejar el agua caliente en el termo, a ver si así no nos echan del hotel esta noche. Hay que ver qué torpes somos!

martes, 26 de agosto de 2008

Otro viajecito

Desde bien chiquitín, e incluso antes, cuando estaba dentro de mi tripa, Manuel ha sido un niño muy viajero. Antes incluso de saber que estaba embarazada pasamos en Paris un fin de semana. Cuando estaba de tres meses fuimos a Nueva York una semana, y después a Paris un par de veces más por trabajo, a Barcelona para una presentación y en Semana Santa a Gran Canaria.


Ahora estamos en Barcelona, hemos venido a pasar unos días con la madrina Marta y los primitos Blanca, Lucía y Mateo, en su maravillosa casa de Llavaneras. David se ha quedado en Madrid, debe de estar en la gloria disfrutando de estos días de independencia. Llegamos ayer por la tarde, en el AVE, y Manuel se portó muy bién durante el viaje. Ahora que definitivamente estamos dejando el pecho, disfrutamos los dos de la comodidad del biberón. El trayecto lo pasó en mis brazos, a ratos dormitando y a ratos haciendo gorgoritos que tenían encantados (espero, y sino, cuanto lo siento) al resto de viajeros.


Hoy hace un día plomizo y oscuro y Manuel está un poco como el tiempo, pesadito. Quiere estar en bracitos todo el rato y está protestón. Creo que acusa un poco el cambio de entorno y supongo que estará así hasta que se adapte. Claro que mejor que no se acostumbre demasiado porque solo nos quedamos hasta el viernes. Luego de vuelta a Madrid y el lunes nos vamos de nuevo, los tres, una semana de vacaciones.


El destete gradual está llendo bastante bién. A mí me sigue dando mucha pena, pero es lo que hay, Manuel ya no quiere esforzarse para sacar la leche, y no me queda más remedio que pasar página y disfrutar de las muchas ventajas del biberón. Ahora solo toma pecho en la toma de la madrugada, que como está medio dormido no se entera, y como cada vez duerme más horas esa toma se junta casi con la del desayuno, en la que tambien por ahora toma pecho. El resto del día toma bibe y se le ve tan contento como siempre, parece que no echa de menos el pecho. Lo que no sé es cuando dejaré de producir leche, porque por el momento sigo "ordeñandome" un par de veces al día y es una actividad de lo más reconfortante...

viernes, 22 de agosto de 2008

Movilidad reducida

Desde que ha nacido Manuel soy una persona con "movilidad reducida". Y es que las salidas con un bebé son una carrera de obstáculos. Ahora me doy cuenta de que Madrid no es una ciudad preparada para minusválidos, aunque al menos ellos tienen plazas especiales de parking y una caja prioritaria en el supermercado.


Las mamás con carrito, en cambio, nos vemos obligadas a dar vueltas y más vueltas para aparcar mientras el niño berrea porque tiene hambre, y esperamos religiosamente a que nos toque el turno en el súper, y encima aguantamos que los que están en la fila antes que una (y no se ofrecen a cederte el paso por mucho que estés sudando de los nervios porque al niño le toca comer) le hagan carantoñas al enano preguntando qué tiempo tiene... No debería culparles, lo cierto es que para mí también han sido siempre invisibles las mujeres que empujaban carritos de niños, salvo para mirar al bebé con ternura, y nunca hasta ahora había pensado que tal vez la mamá agradecería un poco de solidaridad.

Porque no es fácil hacer las salidas cotidianas con un bebé de menos de tres meses (¡y su carrito!). Por ejemplo, poner gasolina. Esto no viene en los manuales para padres... En las gasolineras de autoservicio –el 99 por ciento de las que yo conozco, tú te pones la gasolina en el surtidor y después ¿qué haces con el niño cuando vas a pagar a la caja? ¿le dejas en el coche? Yo no, porque me imagino que muere achicharrado o que me lo roban unos traficantes turcos… Pero entonces se ofrecen dos alternativas: Una, sacas el carrito (ruedas por un lado y maxicosi por otro) y lo montas todo solo para ir a la caja y después haces el trabajo inverso… esta opción no resulta muy práctica, y menos con 40 grados a la sombra. Así que me quedo con la opción dos: coger al niño en bracitos y llevármelo a la caja, claro que entonces si necesito comprar algo en la tienda de la gasolinera me faltan manos, y por supuesto firmar el recibo de la tarjeta de crédito se complica bastante. Por supuesto cuando hago esto tampoco hay una caja especial para mamás con bebés de seis kilos y medio en brazos ni, por supuesto, nadie se ofrece a echar una mano sujetando el periódico mientras una trata de sacar el billetero… pero eso sí, mirar miran mucho, ¡qué mono! ¿Qué tiempo tiene? Una madre avispada me dirá que para estas cosas la mochila portabebés es muy práctica. Y es cierto, sino fuera porque montar y desmontar al niño de semejante artilugio me lleva al menos diez minutos, y las mamás recientes NO TENEMOS TIEMPO de nada.

También ha sido una nueva experiencia para mí tener que ir al baño fuera de casa con Manuel. Por supuesto el mostruo que tengo por carrito no cabe en ningún servicio público salvo en el de minusválidos, y no siempre hay uno disponible. Cuando no lo hay también existen dos opciones: Una es hacer pis con el bebé en brazos y dejar el carro fuera rezando para que a ningún desalmado se le ocurra robarte el bolso ni las compras. La otra es dejar a Manuel en el carrito y hacer pis con la puerta entreabierta, por supuesto sin sentarte en el váter por si acaso hay que salir corriendo. Yo personalmente prefiero la segunda opción siempre que no haya traficantes de niños en los alrededores.

Esto tenía que estar mejor pagado.

miércoles, 20 de agosto de 2008

A vueltas con la lactancia


Estos días mi preocupación principal es la lactancia. Como ya he dicho, Manuel es un niño muy tragón y desde el principio ha sido difícil alimentarle al pecho. Las primeras semanas las tomas eran larguísimas y tan seguidas que se juntaba una con la siguiente. Yo estaba agotada y me sentía como un chupete humano. Había leído mucho sobre lactancia antes de nacer Manuel, y sabía que hay que poner al niño al pecho tantas veces como lo pida para asegurarse que la producción de leche sea la adecuada. La teoría está muy bién, y el papel lo aguanta todo, pero a la hora de la verdad, poner al niño al pecho tanto como quiera significaba no tener tiempo ni de ducharme. Muchos días terminaba llorando de puro agotamiento, pero al pequeño Manuel poco le importaba si él podía seguir mamando.


Pasado el primer mes, y viendo que la cosa no mejoraba, iba incluso a peor, empecé a complementarle las tomas con algún biberón esporádico, y no pareció afectar demasiado al curso de la lactancia materna. Lo malo es que cuando Manuel cumplió dos meses y tuvo su estirón de crecimiento, empezó a demandar más y más, y lo que era un bibe de vez en cuando, se convirtió en uno casi a diario en la toma de antes de cenar, que es cuando yo tengo menos leche y él se queda desesperado de hambre. El caso es que en los últimos tres días Manuel le ha cogido tanto el gustito al biberón que no quiere saber nada de esforzarse en sacar la leche del pecho y cuando lleva unos minutos se pone a protestar como un loco, especialmente en las tomas de la tarde.
Yo tampoco pensaba alargar la lactancia mucho más del tercer mes, así que la solución sería destetarle del todo y listo. Pero no es tan fácil como parece, porque me provoca un montón de sentimientos encontrados…


Tomo tres decisiones diferentes cada día: decido que le voy a quitar el pecho definitivamente, después que voy a seguir alternando bibe y pecho, después que me saco la leche con el sacaleches y se la doy en bibe…Estoy hecha un LÍO!!! Por un lado, si le paso a bibe, voy a recuperar parte de la libertad perdida, y eso me motiva, así como poder tomarme unas cañitas tranquilamente… Pero es que, al darle el pecho siento algo muy especial, una ternura indescriptible, y me da muchísima pena renunciar a eso, es como si le separara un poco de mí, como si se hiciera un poquito mayor de repente… Ya sé que es irracional y que las hormonas me tienen sorbido el seso… pero es lo que siento! Qué le voy a hacer… David cree que me estoy volviendo loca, y puede que tenga razón. La maternidad es lo que tiene.

lunes, 18 de agosto de 2008

El baño y la "bisa"

Aquí va la prueba de lo bién que se lo pasa Manuel en el baño. Y también la evidencia de que tengo que practicar mucho con las marionetas para no resultar patética, en fín!! me queda aún mucho por aprender.


Hoy hemos ido a ver a la bisabuela de Manuel, que está en una residencia porque tiene Alzheimer. La verdad es que no es lugar para un niño tan pequeño, pero es increíble ver cómo reaccionan los ancianos, por muy enfermos que estén, cuando le ven. Y aún es más sorprendente ver cómo Manuel ha respondido ante las carantoñas de los abuelitos, por más que algunos dieran un poquito de susto, él les dedicaba sus mejores sonrisas. A su "bisa" le hemos alegrado la tarde. Si es que cuando quiere es un angelote.

sábado, 16 de agosto de 2008

Manuel y sus pequeñas cosas

Si fuera boxeador sería un peso pesado: hace 10 días pesaba seis kilos y pico y medía 60,5 cm… así que se le está quedando pequeña la ropita de tres meses y aún no los ha cumplido… a este paso cuando tenga dos años medirá tres metros. Claro que tiene a quien salir, su padre mide más de 1,90 y en mi familia tampoco somos bajitos. Viendo el partido de baloncesto de hoy (España-Usa, menuda paliza nos han dado) me lo imaginaba en un futuro en la NBA, como Gasol, con la barba y todo…

Pero volviendo a la vida real, Manuel es un pequeñajo muy inquieto, muy tragón y bastante exigente. En las últimas dos semanas se ha tranquilizado bastante y ya no pide sus tomas de forma tan escandalosa, claro que cualquiera se atreve a hacerle esperar más de la cuenta. Hoy, sin ir más lejos, hemos salido a comer a un restaurante gallego que hay en Pozuelo, La Pulpería, uno de nuestros favoritos, y se nos ha hecho algo tarde, así que el regreso ha tenido como banda sonora los llantos histéricos de Manuel, que cuando tiene hambre monta un jaleo que parece que se está muriendo. Al principio me impresionaba muchísimo cuando se ponía así, todo colorado y rabioso y, aunque no puedo decir que me haya inmunizado, ahora lo llevo bastante mejor.

Hasta ahora he estado dándole el pecho y últimamente hemos empezado a introducir algún bibe en la toma en la que se quedaba con un poquito de hambre, sobre las ocho de la tarde. Al principio no quería saber nada de las tetinas, pero parece que ya les va cogiendo el gusto, y ahora me temo que lo que ya no le gusta tanto es el ritmo más lento con el que sale la leche del pecho, a ver como lo vamos toreando…

Cuando no tiene hambre es muy simpático y sonríe a todo el mundo. Sus sitios favoritos, además del pecho de su mami, son el cambiador de su habitación (que decoró su Yaya con mucho cariño y aún mejor gusto), y el cochecito. Le encanta que le cambien el pañal y que le den cremita, y se pone como loco en cuanto ve que vamos a salir a la calle, moviendo sus bracitos y piernecitas como si quisiera correr. El baño también es uno de los mejores momentos del día. Le bañamos en una hamaquita que le permite moverse bastante, Y LO HACE! No para quieto de la emoción, me salpica toda, y a veces me parece que se va a salir de la hamaca de los botes que da. Ahora es lo que nos toca, así que voy a disfrutar un poco.

viernes, 15 de agosto de 2008

Mamá novata, mamá bloggera

Este diario comienza con dos meses y medio de retraso. Dos meses y medio, 75 días, en los que Manuel ha puesto mi vida patas arriba. Tanto que ha sido imposible, hasta hoy y a duras penas, ponerme frente a esta pantalla para contar, apresuradamente -como todo lo que hago desde el 30 de mayo- las pequeñas cosas que nos pasan y que no quiero olvidar en esta vorágine de falta de sueño, pañales sucios y tiempo tan escaso como valioso.

Pues a lo que iba, que Manuel nació el 30 de mayo de madrugada y nuestra tranquila y sosegada vida de pareja en la treintena, urbanos, profesionales y "modernos" ya no es la sombra de lo que fué. Todo gira en torno a un pequeñajo al que su padre llama ¿cariñosamente? lechón. Horarios imposibles, tomas eternas, noches interminables... Han sido días muy duros, he aprendido tantas cosas...

Ahora sé lo que significa "Maternity Blues", que es una manera snob de llamar a esa terrible sensación de que se acaba el mundo que sucede unos días después del parto y que desaparece, ¿desaparece?, cuando a esa minipersonita que ocupa todas tus horas se le ocurre obsequiarte con su primera sonrisa.

En estos dos meses y medio he aprendido infinidad de cosas… Y LO QUE ME QUEDA!! Pero lo más importante, lo que más me ha sorprendido, es la capacidad de sacrificio, la capacidad de amar que se desarrolla cuando una se convierte en madre. Manuel llegó a nuestra vida como un intruso. Pese a los nueve meses, pese a tanta ilusión puesta en el embarazo, cuando por fín vino al mundo, Manuel era mi bebé pero, al mismo tiempo, era un desconocido, exigente y llorón, que me necesitaba tanto como nadie antes me había requerido, y que no me dejaba escapatoria.
Todo requiere un periodo de adaptación, hasta la maternidad. Ahora me reconozco en los ojos de Manuel como su madre. Ahora quiero que me necesite y me gusta ser única para él, quiero verle crecer y creo que es un privilegio tenerle conmigo. Ahora que me siento madre, que reconozco dentro de mí el amor de una madre, intentaré plasmar en este diario las pequeñas cosas que suceden en nuestras pequeñas vidas.
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